En la Navidad de 1996, 2 niños ingleses desaparecieron de un humilde barrio en Reino Unido y dejaron como único rastro una bicicleta. Han pasado casi 27 años de dudas para las 2 madres que no han podido reencontrarse con sus hijos.
Era el día después de Navidad de 1996, y Patrick Warren (11) y su amigo David Spencer (13) habían salido a disfrutar de sus regalos cerca de sus casas, ubicadas en Chelmsley Wood, una extensa área de hogares subsidiados por el Estado en las afueras de Birmingham, en el oeste de Reino Unido.
Los menores vagaron cerca de la medianoche por las calles a pesar de su corta edad, hasta que David regresó a su casa para avisarle a su madre que pasaría la noche en la casa del hermano de Patrick, a una corta distancia de su vivienda. Sin embargo, los planes de los muchachos serían otros.
Con esta historia, que le habían contado a sus madres cada uno, se dispusieron a merodear por la calle. Patrick manejaba su estrenada bicicleta roja —regalo que recibió por fiesta—, mientras que David lo seguía a pie. Así, se dirigieron a una gasolinera, a pocos minutos de sus casas. Allí compraron un paquete de galletas, desde donde el trabajador de dicho establecimiento los vio partir con dirección al centro comercial de Chelmsley. Este fue el último registro de los menores.
Denuncias y prejuicios
Luego de que ninguno de los jóvenes llegara a su correspondiente hogar, las madres interpusieron la denuncia por desaparición ante las autoridades. De esta manera se iniciaron las investigaciones. Los oficiales decían estar preocupados por su seguridad, mientras que al mismo tiempo enfatizaban que eran “streetwise” (personas con conocimiento de la calle).
Por ello, a finales de enero, la Policía dio una conferencia de prensa en la que las madres de los niños les pedían que regresaran a casa. Ya para abril de 1997, Paddy y David se convirtieron en los primeros niños en aparecer en cajas de leche de cuatro litros en 770 tiendas de la cadena Iceland, como parte de una campaña de la Línea de Ayuda Nacional de Personas Desaparecidas.
Esto llevó a que los medios de comunicación locales los apoden como los “niños de las cajas de leche”, pero, después de cuatro semanas sin ningún avance, la historia no obtuvo atención de la prensa nacional.
Así mismo, declararon a la prensa que no había razón para creer que los menores hubieran sufrido algún tipo de daño, e incluso especularon que podrían estar jugando o que se estaban quedando con amigos. Se ofreció una recompensa de 500 libras por información sobre su paradero.
Para las familias de los de David y Patrick, este tipo de comportamientos por parte de quienes tenían la responsabilidad de hallar a sus hijos complicó que se realice una búsqueda seria y oportuna que diera con su paradero. El factor social de los menores también habría sido un gran inconveniente, según señalaron después.
Siempre me he preguntado si fue tratado como (un caso de personas desaparecidas) durante mucho tiempo, porque eran dos chicos de una parte pobre de la ciudad, que no le importaban a nadie más que a sus familias y amigos. Me gustaría pensar que eso no es cierto y que sea solo mi opinión, pero siempre fue una de las cosas que estaban en mi mente”, declaró Mark Cowan, un exreportero de temas policiales del periódico Birmingham Mail, a la BBC.
El uso del comportamiento de los menores como excusa
Patrick —conocido como Paddy— era uno de siete hermanos de una familia irlandesa. Jugaba fútbol, le gustaban los fideos y solía burlarse de su madre por su acento irlandés cuando esta se impacientaba.
“Vivía un poco en el lado salvaje”, recordó su progenitora, Bridget Warren, en 1997. “No tiene sentido decir que era un ángel porque no lo era. Yo diría que era atrevido, pero las madres de otros niños solían decir: ‘Paddy es un chico fantástico’. Incluso sus maestros decían que era un buen muchacho”.
Por su parte, David era un aficionado al box, era recordado por su madre, Christine O’Toole, como “adorable, encantador”, pero también tenía un lado problemático, debido a delitos menores. Había sido llevado a la corte juvenil y expulsado de su escuela a los 12 años.
“No le gustaba la disciplina, no podía decirle qué hacer”, dijo su madre un año después de su desaparición. “Era agresivo. Si alguien le hacía daño, tomaba la justicia por sus propias manos y usaba la fuerza para protegerse, lo cual era inaceptable”, explicó.
Estos perfiles sirvieron en gran parte para señalar que los menores no habían hecho otra cosa que fugarse o indirectamente culparlos de lo que les había pasado.
Sin embargo, esto no tendría sentido, ya que la bicicleta nueva de Patrick fue hallada en el último lugar donde se les vio con vida. Ante esto, Mark Cowan indicó: “Si te vas a escapar, ¿por qué te deshaces de tu bicicleta en una gasolinera? Fue su regalo de Navidad, fue un gran regalo para él, probablemente era su posesión más preciada. Si uno va a huir, lleva su bicicleta”.
Un extraño caso sin resolver
27 años después de las desapariciones de Patrick y David, no se ha encontrado un responsable o siquiera registro de sus posibles cuerpos. En 2006, el caso fue revisado y la atención se dirigió hacia el pedófilo Brian Field, quien vivía a unos 8 kilómetros del barrio de los niños.
Field había sido arrestado en 1999, tres años después de la desaparición de estos amigos, y una prueba de ADN permitió identificarlo como autor de la violación y el asesinato de Roy Tutill, un escolar de 14 años de Surrey, en el sur de Inglaterra, ocurridos en 1968. Por este delito se le dictó a cadena perpetua.
El extrabajador agrícola ya había cumplido una sentencia por el secuestro de dos niños en los años 80. Por ello, Field fue señalado como sospechoso de la desaparición de los “niños de las cajas de leche”. Por ello, fue interrogado por detectives, y excavaron en un terreno que usaba como botadero en Solihull. Sin embargo, no hallaron ninguna prueba y no pudieron obtener una confesión.
De esta manera, la desaparición de Patrick y David fue catalogada como un hecho realmente excepcional, ya que, según el Centro de Estudios de Personas Desaparecidas de Reino Unido, la mayoría de los casos de niños desaparecidos se resuelven en 48 horas y únicamente el 1% de los casos siguen abiertos por más de un año.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]
Era el día después de Navidad de 1996, y Patrick Warren (11) y su amigo David Spencer (13) habían salido a disfrutar de sus regalos cerca de sus casas, ubicadas en Chelmsley Wood, una extensa área de hogares subsidiados por el Estado en las afueras de Birmingham, en el oeste de Reino Unido.
Los menores vagaron cerca de la medianoche por las calles a pesar de su corta edad, hasta que David regresó a su casa para avisarle a su madre que pasaría la noche en la casa del hermano de Patrick, a una corta distancia de su vivienda. Sin embargo, los planes de los muchachos serían otros.
Con esta historia, que le habían contado a sus madres cada uno, se dispusieron a merodear por la calle. Patrick manejaba su estrenada bicicleta roja —regalo que recibió por fiesta—, mientras que David lo seguía a pie. Así, se dirigieron a una gasolinera, a pocos minutos de sus casas. Allí compraron un paquete de galletas, desde donde el trabajador de dicho establecimiento los vio partir con dirección al centro comercial de Chelmsley. Este fue el último registro de los menores.
Denuncias y prejuicios
Luego de que ninguno de los jóvenes llegara a su correspondiente hogar, las madres interpusieron la denuncia por desaparición ante las autoridades. De esta manera se iniciaron las investigaciones. Los oficiales decían estar preocupados por su seguridad, mientras que al mismo tiempo enfatizaban que eran “streetwise” (personas con conocimiento de la calle).
Por ello, a finales de enero, la Policía dio una conferencia de prensa en la que las madres de los niños les pedían que regresaran a casa. Ya para abril de 1997, Paddy y David se convirtieron en los primeros niños en aparecer en cajas de leche de cuatro litros en 770 tiendas de la cadena Iceland, como parte de una campaña de la Línea de Ayuda Nacional de Personas Desaparecidas.
Esto llevó a que los medios de comunicación locales los apoden como los “niños de las cajas de leche”, pero, después de cuatro semanas sin ningún avance, la historia no obtuvo atención de la prensa nacional.
Así mismo, declararon a la prensa que no había razón para creer que los menores hubieran sufrido algún tipo de daño, e incluso especularon que podrían estar jugando o que se estaban quedando con amigos. Se ofreció una recompensa de 500 libras por información sobre su paradero.
Para las familias de los de David y Patrick, este tipo de comportamientos por parte de quienes tenían la responsabilidad de hallar a sus hijos complicó que se realice una búsqueda seria y oportuna que diera con su paradero. El factor social de los menores también habría sido un gran inconveniente, según señalaron después.
Siempre me he preguntado si fue tratado como (un caso de personas desaparecidas) durante mucho tiempo, porque eran dos chicos de una parte pobre de la ciudad, que no le importaban a nadie más que a sus familias y amigos. Me gustaría pensar que eso no es cierto y que sea solo mi opinión, pero siempre fue una de las cosas que estaban en mi mente”, declaró Mark Cowan, un exreportero de temas policiales del periódico Birmingham Mail, a la BBC.
El uso del comportamiento de los menores como excusa
Patrick —conocido como Paddy— era uno de siete hermanos de una familia irlandesa. Jugaba fútbol, le gustaban los fideos y solía burlarse de su madre por su acento irlandés cuando esta se impacientaba.
“Vivía un poco en el lado salvaje”, recordó su progenitora, Bridget Warren, en 1997. “No tiene sentido decir que era un ángel porque no lo era. Yo diría que era atrevido, pero las madres de otros niños solían decir: ‘Paddy es un chico fantástico’. Incluso sus maestros decían que era un buen muchacho”.
Por su parte, David era un aficionado al box, era recordado por su madre, Christine O’Toole, como “adorable, encantador”, pero también tenía un lado problemático, debido a delitos menores. Había sido llevado a la corte juvenil y expulsado de su escuela a los 12 años.
“No le gustaba la disciplina, no podía decirle qué hacer”, dijo su madre un año después de su desaparición. “Era agresivo. Si alguien le hacía daño, tomaba la justicia por sus propias manos y usaba la fuerza para protegerse, lo cual era inaceptable”, explicó.
Estos perfiles sirvieron en gran parte para señalar que los menores no habían hecho otra cosa que fugarse o indirectamente culparlos de lo que les había pasado.
Sin embargo, esto no tendría sentido, ya que la bicicleta nueva de Patrick fue hallada en el último lugar donde se les vio con vida. Ante esto, Mark Cowan indicó: “Si te vas a escapar, ¿por qué te deshaces de tu bicicleta en una gasolinera? Fue su regalo de Navidad, fue un gran regalo para él, probablemente era su posesión más preciada. Si uno va a huir, lleva su bicicleta”.
Un extraño caso sin resolver
27 años después de las desapariciones de Patrick y David, no se ha encontrado un responsable o siquiera registro de sus posibles cuerpos. En 2006, el caso fue revisado y la atención se dirigió hacia el pedófilo Brian Field, quien vivía a unos 8 kilómetros del barrio de los niños.
Field había sido arrestado en 1999, tres años después de la desaparición de estos amigos, y una prueba de ADN permitió identificarlo como autor de la violación y el asesinato de Roy Tutill, un escolar de 14 años de Surrey, en el sur de Inglaterra, ocurridos en 1968. Por este delito se le dictó a cadena perpetua.
El extrabajador agrícola ya había cumplido una sentencia por el secuestro de dos niños en los años 80. Por ello, Field fue señalado como sospechoso de la desaparición de los “niños de las cajas de leche”. Por ello, fue interrogado por detectives, y excavaron en un terreno que usaba como botadero en Solihull. Sin embargo, no hallaron ninguna prueba y no pudieron obtener una confesión.
De esta manera, la desaparición de Patrick y David fue catalogada como un hecho realmente excepcional, ya que, según el Centro de Estudios de Personas Desaparecidas de Reino Unido, la mayoría de los casos de niños desaparecidos se resuelven en 48 horas y únicamente el 1% de los casos siguen abiertos por más de un año.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo]