Se suele asegurar que las personas que viven en pareja tienen su vida sexual solucionada, pero la realidad es muy diferente y, desde luego, no es así en todos los casos. La convivencia cotidiana termina cambiando los hábitos sexuales de la relación, que pasa de exprimir al máximo aquellos momentos en que pueden encontrarse a solas, como ocurría durante el noviazgo, a tener todo el tiempo por delante para ellos. Y, junto a esa situación, cada cual tiene sus propios ritmos, sus compromisos y sus apetencias, que pueden seguir caminos muy diferentes.
El cansancio, el estrés, las preocupaciones tanto laborales como familiares, diversas enfermedades u otros factores externos pueden provocar que nos veamos obligados en un mayor número de ocasiones de las que nos gustaría a decir que no a la proposición sexual de la pareja. Harto más complicado resulta si esta no comprende nuestra motivación y sigue insistiendo, algo que nos puede poner en una seria encrucijada que le lleve a plantear dudas sobre la relación (“¿ya no te gusto?”, “¿por qué no es como al principio?”, “¿es que acaso hay otra persona?”).
A menudo, estas acusaciones que se realizan ante una negativa no son más que una manifestación de la inseguridad que produce el “no”. A nadie le gusta ser rechazado, y menos por alguien que se da por hecho que nos quiere, nos desea y nos respeta. Por eso, hay que ser particularmente cuidadosos con la manera que tenemos en decir que será mejor dejarlo para otro día, pues puede resultar humillante para nuestra pareja y, a largo plazo, poner en peligro nuestra relación.
En un reciente artículo publicado en Salon, la editora Rachel Kramer Bussel recogía algunos de los consejos que, respecto a este tema, había recopilado durante los últimos días y que iban desde simples enseñanzas proporcionadas por gente común a reflexiones cortesía de escritoras como Kristina Wright, autora de Bendición en la cama: la guía para el deseo eterno de una pareja (Cleis Press) . A continuación recogemos algunos de los consejos que podemos decir que ejerzamos nuestro de derecho de decir “no”.
Proporciona una razón
No hay nada más dañino que responder a un flirteo en la cama dando media vuelta y apagando la luz, como si nada hubiese ocurrido. Debemos confiar en la capacidad de nuestra pareja para entendernos y explicarle la razón concreta por la que no nos apetece: en ese caso, la pelota estará en su tejado. Hay que entender, no obstante, que el deseo que los miembros de una pareja sienten no suele ser equivalente, y que, salvo milagrosas excepciones, siempre uno es más sexual que otro (o puede ser que estos roles se intercambien según el momento que atraviese la relación). Un “no” a secas puede dar lugar a una especulación muy peligrosa; “no, porque…” nos ayudará a entender mejor a nuestra pareja.
Manifiesta tus preferencias
Cuando recibimos un “no” por respuesta, quizá estemos haciendo algo mal. ¿Nos preguntamos por qué hemos recibido tal contestación? A veces, el momento no es el adecuado, ni la situación, ni el día, ni la situación mental de la otra persona. Si se explica a la pareja aquello que le ha conducido a rechazar el coito, para la próxima, es más probable que esta se adapte a nuestras preferencias. Si no, seguiremos tropezando una y otra vez en el mismo error.
Date un poco de tiempo
La autora de Bendición en la cama sugiere que nos demos a nosotros mismos un poco de tiempo para ponernos de humor y preparar un estado mental un tanto más atrevido. Cuando nuestra pareja comienza a indicar que le apetece ir a la cama, quizá a nosotros nos pille tan de sorpresa que nuestra reacción inmediata sea decir que no. Bussel propone esperar cinco o diez minutos antes de ser tan tajantes, y utilizar otros recursos externos (la imaginación sexual) para prepararnos.
Ante todo, sinceridad
Tan perjudicial es salirse por la tangente sin dar ninguna explicación como decir que sí a regañadientes, simplemente para evitar el conflicto. Hacer el amor cuando no apetece puede provocar que, a la larga, el sexo termine viéndose como una obligación. Si no es el momento adecuado, debemos comunicarlo a la pareja con total confianza.
Si quiere sexo, dale otra cosa
En muchas ocasiones, el problema es el aburrimiento que provoca hacer siempre lo mismo. Decimos que “no” porque ya conocemos a la perfección la película y, sobre todo, cómo va a terminar. Existen otras alternativas sexuales de menor intensidad (la autora propone, por ejemplo, la masturbación mutua) o la posibilidad de probar cosas nuevas para salir de lo habitual, es decir, de lo conocido y lo previsible.
Prevedlo con tiempo
Para muchas personas puede resultar un tanto frío programar los encuentros sexuales, pero no es una alternativa tan descabellada si de esa manera se consigue crear expectación, más ganas y un mejor resultado cuando llegue la hora. Una cena romántica, una escapada, una noche de copas… Pueden ser el prolegómeno ideal. Eso sí, hay que evitar, una vez más, que el plan se convierta en costumbre.
No presiones (pero tampoco contraataques)
Como hemos dicho, decir que no a tu pareja puede resultar violento para ambas personas. Por ello, de igual manera que conviene no insistir si ha quedado claro que no apetece, puesto que hacerlo tan sólo empeorará la situación, tampoco debemos contraatacar y acusar a la otra persona de tener un deseo excesivo, de no tener nunca suficiente o, simple y llanamente, de ser “un guarro”. Si ni siquiera con su pareja puede mostrarse tal cual es, ello terminará creando una inseguridad letal en el largo plazo.
Entiéndete a ti mismo
En serio, ¿por qué no quieres hacer el amor? A veces utilizamos la primera respuesta que se nos pasa por la cabeza sin pensar de verdad en lo que hay detrás de ello. ¿Estamos cansados o es que ya no nos atrae nuestra pareja? ¿Es nuestra vida sexual aburrida? El primer e inexcusable paso es entendernos a nosotros mismos, pues sólo de esa manera, podremos explicar a nuestra pareja aquello que nos ocurre, y de esa manera, trabajar juntos para que no exista otro “no” en nuestro futuro (o, si lo hay, lo comprendamos mejor y de manera menos traumática).
Fuente: El Confidencial
http://informe21.com/salud-y-bienestar/como-decirle-a-tu-pareja-que-no-quieres-nada-con-ella-sin-que-se-moleste
El cansancio, el estrés, las preocupaciones tanto laborales como familiares, diversas enfermedades u otros factores externos pueden provocar que nos veamos obligados en un mayor número de ocasiones de las que nos gustaría a decir que no a la proposición sexual de la pareja. Harto más complicado resulta si esta no comprende nuestra motivación y sigue insistiendo, algo que nos puede poner en una seria encrucijada que le lleve a plantear dudas sobre la relación (“¿ya no te gusto?”, “¿por qué no es como al principio?”, “¿es que acaso hay otra persona?”).
A menudo, estas acusaciones que se realizan ante una negativa no son más que una manifestación de la inseguridad que produce el “no”. A nadie le gusta ser rechazado, y menos por alguien que se da por hecho que nos quiere, nos desea y nos respeta. Por eso, hay que ser particularmente cuidadosos con la manera que tenemos en decir que será mejor dejarlo para otro día, pues puede resultar humillante para nuestra pareja y, a largo plazo, poner en peligro nuestra relación.
En un reciente artículo publicado en Salon, la editora Rachel Kramer Bussel recogía algunos de los consejos que, respecto a este tema, había recopilado durante los últimos días y que iban desde simples enseñanzas proporcionadas por gente común a reflexiones cortesía de escritoras como Kristina Wright, autora de Bendición en la cama: la guía para el deseo eterno de una pareja (Cleis Press) . A continuación recogemos algunos de los consejos que podemos decir que ejerzamos nuestro de derecho de decir “no”.
Proporciona una razón
No hay nada más dañino que responder a un flirteo en la cama dando media vuelta y apagando la luz, como si nada hubiese ocurrido. Debemos confiar en la capacidad de nuestra pareja para entendernos y explicarle la razón concreta por la que no nos apetece: en ese caso, la pelota estará en su tejado. Hay que entender, no obstante, que el deseo que los miembros de una pareja sienten no suele ser equivalente, y que, salvo milagrosas excepciones, siempre uno es más sexual que otro (o puede ser que estos roles se intercambien según el momento que atraviese la relación). Un “no” a secas puede dar lugar a una especulación muy peligrosa; “no, porque…” nos ayudará a entender mejor a nuestra pareja.
Manifiesta tus preferencias
Cuando recibimos un “no” por respuesta, quizá estemos haciendo algo mal. ¿Nos preguntamos por qué hemos recibido tal contestación? A veces, el momento no es el adecuado, ni la situación, ni el día, ni la situación mental de la otra persona. Si se explica a la pareja aquello que le ha conducido a rechazar el coito, para la próxima, es más probable que esta se adapte a nuestras preferencias. Si no, seguiremos tropezando una y otra vez en el mismo error.
Date un poco de tiempo
La autora de Bendición en la cama sugiere que nos demos a nosotros mismos un poco de tiempo para ponernos de humor y preparar un estado mental un tanto más atrevido. Cuando nuestra pareja comienza a indicar que le apetece ir a la cama, quizá a nosotros nos pille tan de sorpresa que nuestra reacción inmediata sea decir que no. Bussel propone esperar cinco o diez minutos antes de ser tan tajantes, y utilizar otros recursos externos (la imaginación sexual) para prepararnos.
Ante todo, sinceridad
Tan perjudicial es salirse por la tangente sin dar ninguna explicación como decir que sí a regañadientes, simplemente para evitar el conflicto. Hacer el amor cuando no apetece puede provocar que, a la larga, el sexo termine viéndose como una obligación. Si no es el momento adecuado, debemos comunicarlo a la pareja con total confianza.
Si quiere sexo, dale otra cosa
En muchas ocasiones, el problema es el aburrimiento que provoca hacer siempre lo mismo. Decimos que “no” porque ya conocemos a la perfección la película y, sobre todo, cómo va a terminar. Existen otras alternativas sexuales de menor intensidad (la autora propone, por ejemplo, la masturbación mutua) o la posibilidad de probar cosas nuevas para salir de lo habitual, es decir, de lo conocido y lo previsible.
Prevedlo con tiempo
Para muchas personas puede resultar un tanto frío programar los encuentros sexuales, pero no es una alternativa tan descabellada si de esa manera se consigue crear expectación, más ganas y un mejor resultado cuando llegue la hora. Una cena romántica, una escapada, una noche de copas… Pueden ser el prolegómeno ideal. Eso sí, hay que evitar, una vez más, que el plan se convierta en costumbre.
No presiones (pero tampoco contraataques)
Como hemos dicho, decir que no a tu pareja puede resultar violento para ambas personas. Por ello, de igual manera que conviene no insistir si ha quedado claro que no apetece, puesto que hacerlo tan sólo empeorará la situación, tampoco debemos contraatacar y acusar a la otra persona de tener un deseo excesivo, de no tener nunca suficiente o, simple y llanamente, de ser “un guarro”. Si ni siquiera con su pareja puede mostrarse tal cual es, ello terminará creando una inseguridad letal en el largo plazo.
Entiéndete a ti mismo
En serio, ¿por qué no quieres hacer el amor? A veces utilizamos la primera respuesta que se nos pasa por la cabeza sin pensar de verdad en lo que hay detrás de ello. ¿Estamos cansados o es que ya no nos atrae nuestra pareja? ¿Es nuestra vida sexual aburrida? El primer e inexcusable paso es entendernos a nosotros mismos, pues sólo de esa manera, podremos explicar a nuestra pareja aquello que nos ocurre, y de esa manera, trabajar juntos para que no exista otro “no” en nuestro futuro (o, si lo hay, lo comprendamos mejor y de manera menos traumática).
Fuente: El Confidencial
http://informe21.com/salud-y-bienestar/como-decirle-a-tu-pareja-que-no-quieres-nada-con-ella-sin-que-se-moleste