Seattle - Astrónomos descubrieron el planeta más pequeño fuera de nuestro Sistema Solar. Se trata del primero que, sin duda, es rocoso como la Tierra.
Las mediciones -de una precisión sin precedentes- demostraron que el denominado Kepler 10b tiene 1.4 veces el diámetro de nuestro planeta y una masa 4.6 veces mayor que él.
Sin embargo, debido a que su órbita está muy cerca de su estrella, el exoplaneta no podría albergar vida.
El descubrimiento ha sido elogiado como “uno de los más profundos en la historia de la humanidad”.
El resultado fue anunciado en la 217 reunión anual de la Sociedad Astronómica de Estados Unidos, en Seattle, por el equipo del telescopio Kepler de la agencia espacial NASA.
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El Kepler, diseñado para buscar signos de planetas distantes, avistó por primera vez el exoplaneta a una distancia de 560 años luz, junto a cientos de otros candidatos a planetas.
Técnica
El telescopio espacial Kepler utiliza la técnica conocida en inglés como “transiting”, que consiste en la búsqueda de planetas que pasan entre su sol huésped y la Tierra.
Una pequeña fracción de la luz de la estrella es bloqueada periódicamente, lo que da un indicio de que el astro tiene un planeta orbitando.
El radio del exoplaneta se correlaciona con la cantidad exacta de luz que es bloqueada cuando pasa.
La revisión de las medidas -esta vez realizada por un telescopio en el observatorio Keck, en Hawai- confirmó el hallazgo del Kepler 10b, tras medir cómo el planeta se aleja de un lado a otro de su estrella madre a medida que sigue su órbita.
Estas mediciones también confirmaron que el astro tiene aproximadamente 8,000 millones de años, una especie de abuelo entre las estrellas de su tipo.
Fundamentalmente, esto significa que el astro está libre de las actividades óptica y magnética, las cuales han introducido algo de incertidumbre en los cálculos de candidatos anteriores a exoplanetas rocosos, como el Corot-7b, cuyo hallazgo se anunció a principios de 2009.
En constante expansión
La danza cósmica provoca pequeños cambios en el color de la luz de las estrellas que es medida por telescopios.
Sin embargo, lo que completó el conjunto de mediciones del equipo del Kepler fue el uso de la astrosismología, un estudio de las estrellas distantes que es similar al análisis de los terremotos en la Tierra.
Las oscilaciones que ocurren dentro de un astro -al igual que en el interior de nuestro planeta- afectan las frecuencias de la luz que emite la estrella en un signo revelador de su tamaño.
Con datos como la masa de la estrella madre, los detalles de la danza mutua del planeta y el astro y el radio del exoplaneta se puede calcular la densidad del planeta.
“Todas nuestras mejores capacidades se han unido para formar una imagen del Kepler 10b”, explicó Natalie Batalha, profesora de astrofísica de la San Jose State University, quien ayuda a dirigir la misión científica de Kepler para la NASA.
Batalha le dijo a la BBC que el resultado fue único en un campo cada vez más amplio de descubrimientos de exoplanetas, en el que se hallan cuerpos celestes cada vez más pequeños, al tiempo que mejoran los métodos experimentales.
“Hemos determinado las características de este planeta con una precisión tan fantástica que podemos decir, sin lugar a dudas, que se trata de un mundo rocoso en el cual uno podría estar de pie”, agregó.
¿Estamos solos?
El Kepler 10b está muy cerca de su sol, tanto que su temperatura durante el día supera los 1,300 grados C.
Por ello, el exoplaneta no es un candidato razonable para albergar vida.
Sin embargo, como explicó la profesora Batalha, su hallazgo es un paso importante para la misión Kepler.
“Queremos saber si estamos solos en la galaxia y este descubrimiento es un eslabón en la cadena para llegar a ese objetivo”, afirmó.
Las mediciones -de una precisión sin precedentes- demostraron que el denominado Kepler 10b tiene 1.4 veces el diámetro de nuestro planeta y una masa 4.6 veces mayor que él.
Sin embargo, debido a que su órbita está muy cerca de su estrella, el exoplaneta no podría albergar vida.
El descubrimiento ha sido elogiado como “uno de los más profundos en la historia de la humanidad”.
El resultado fue anunciado en la 217 reunión anual de la Sociedad Astronómica de Estados Unidos, en Seattle, por el equipo del telescopio Kepler de la agencia espacial NASA.
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Técnica
El telescopio espacial Kepler utiliza la técnica conocida en inglés como “transiting”, que consiste en la búsqueda de planetas que pasan entre su sol huésped y la Tierra.
Una pequeña fracción de la luz de la estrella es bloqueada periódicamente, lo que da un indicio de que el astro tiene un planeta orbitando.
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La revisión de las medidas -esta vez realizada por un telescopio en el observatorio Keck, en Hawai- confirmó el hallazgo del Kepler 10b, tras medir cómo el planeta se aleja de un lado a otro de su estrella madre a medida que sigue su órbita.
Estas mediciones también confirmaron que el astro tiene aproximadamente 8,000 millones de años, una especie de abuelo entre las estrellas de su tipo.
Fundamentalmente, esto significa que el astro está libre de las actividades óptica y magnética, las cuales han introducido algo de incertidumbre en los cálculos de candidatos anteriores a exoplanetas rocosos, como el Corot-7b, cuyo hallazgo se anunció a principios de 2009.
En constante expansión
La danza cósmica provoca pequeños cambios en el color de la luz de las estrellas que es medida por telescopios.
Sin embargo, lo que completó el conjunto de mediciones del equipo del Kepler fue el uso de la astrosismología, un estudio de las estrellas distantes que es similar al análisis de los terremotos en la Tierra.
Las oscilaciones que ocurren dentro de un astro -al igual que en el interior de nuestro planeta- afectan las frecuencias de la luz que emite la estrella en un signo revelador de su tamaño.
Con datos como la masa de la estrella madre, los detalles de la danza mutua del planeta y el astro y el radio del exoplaneta se puede calcular la densidad del planeta.
“Todas nuestras mejores capacidades se han unido para formar una imagen del Kepler 10b”, explicó Natalie Batalha, profesora de astrofísica de la San Jose State University, quien ayuda a dirigir la misión científica de Kepler para la NASA.
Batalha le dijo a la BBC que el resultado fue único en un campo cada vez más amplio de descubrimientos de exoplanetas, en el que se hallan cuerpos celestes cada vez más pequeños, al tiempo que mejoran los métodos experimentales.
“Hemos determinado las características de este planeta con una precisión tan fantástica que podemos decir, sin lugar a dudas, que se trata de un mundo rocoso en el cual uno podría estar de pie”, agregó.
¿Estamos solos?
El Kepler 10b está muy cerca de su sol, tanto que su temperatura durante el día supera los 1,300 grados C.
Por ello, el exoplaneta no es un candidato razonable para albergar vida.
Sin embargo, como explicó la profesora Batalha, su hallazgo es un paso importante para la misión Kepler.
“Queremos saber si estamos solos en la galaxia y este descubrimiento es un eslabón en la cadena para llegar a ese objetivo”, afirmó.