Ahora que estamos entrando en el invierno, una gran tentación es sentarse en el sofá de casa y ver una película en un fría tarde de sábado, por ejemplo. Como no, acompañados de nuestro fiel compañero, que no se resistirá un sólo momento a acomodarse también a nuestro lado, pero…¿debemos dejarlo? Es una cuestión puramente personal, aunque siempre debemos tener en cuenta algunos aspectos antes de tomar la decisión de dejarlo subirse al sofá.
Si hablamos de un perro pequeño, la probabilidad de que se acomode en el sofá de casa aumenta notablemente cuando no estamos presentes y no nos damos cuenta. En cualquier caso, si optamos por dejarlo subir al sofá tendremos que ser conscientes de su higiene y estar especialmente atentos a este aspecto, ya que los zapatos de los perros son sus propios pies, y si no están bien limpios, el resultado de dejarlo retozarse en el sofá será equivalente al nuestro si nos subimos con zapatillas al sofá con toda la suciedad de la calle y el riesgo que eso significa para nuestra salud.
El sofá no es el lugar del perro: Cómo enseñárselo
Estamos hablando de una pura cuestión de educación, no buena ni mala, sino una forma de comportamiento dependiendo de nuestra relación de convivencia con el perro y los demás que andan por casa. Dependiendo del carácter del perro, éste tendrá que entender nuestra negativa en el caso de que no queramos que se suba al sofá. Para ello, deberemos mostrarnos serios frente a él y decirle clara y contundentemente que no puede subirse a él. No recurriremos al castigo físico si lo vemos subido por sorpresa. Simplemente nos acercaremos y con un tono muy serio le diremos que se baje de ahí señalando al suelo.
Por otra parte, que el perro se suba al sofá es consecuencia de un factor de convivencia. Si nuestro suelo es de gres o mármol lo lógico es que sea frío y no le resulte agradable tener que reposar en una superficie así para descansar, por lo que en el momento que descubra el sofá, intentará hacer de él su lugar. Para ello, procuraremos tenerle una cama o un espacio para él en el suelo de casa. Existen muchas camas de perro, de distintos tamaños, grosores y materiales que nos ayudarán en este paso.
Conviene comprobar la temperatura de la cama del perro: Si es de materiales malos, por naturaleza la rechazará y buscará una superficie mejor donde descansar sin pasar frío, siendo el sofá la primera opción que le pasará por la cabeza. En este caso, podemos utilizar algún material que haga determoaislante entre el frío suelo y la cama de nuestro perro, para que no tenga por qué sentirse incómodo y buscar alternativa. Si además jugamos con la ventaja de tener un cachorro, tendremos que enseñarle desde primera hora que su lugar es éste y no el sofá.
Por último, cabe destacar que si nos encontramos a nuestro perro frecuentemente en el sofá y obedece nuestras órdenes de bajada, o bien se queda sentado a nuestro lado en el suelo, estemos ante un intento de comunicación por su parte. Esto puede denotar falta de cariño, uno de los principales reclamos de los perros hacia los dueños, por no decir el principal. Y es que el sofá no sólo puede recordarle a su dueño, sino al instinto de protección y compañía que nosotros también les proporcionamos.
Si hablamos de un perro pequeño, la probabilidad de que se acomode en el sofá de casa aumenta notablemente cuando no estamos presentes y no nos damos cuenta. En cualquier caso, si optamos por dejarlo subir al sofá tendremos que ser conscientes de su higiene y estar especialmente atentos a este aspecto, ya que los zapatos de los perros son sus propios pies, y si no están bien limpios, el resultado de dejarlo retozarse en el sofá será equivalente al nuestro si nos subimos con zapatillas al sofá con toda la suciedad de la calle y el riesgo que eso significa para nuestra salud.
El sofá no es el lugar del perro: Cómo enseñárselo
Estamos hablando de una pura cuestión de educación, no buena ni mala, sino una forma de comportamiento dependiendo de nuestra relación de convivencia con el perro y los demás que andan por casa. Dependiendo del carácter del perro, éste tendrá que entender nuestra negativa en el caso de que no queramos que se suba al sofá. Para ello, deberemos mostrarnos serios frente a él y decirle clara y contundentemente que no puede subirse a él. No recurriremos al castigo físico si lo vemos subido por sorpresa. Simplemente nos acercaremos y con un tono muy serio le diremos que se baje de ahí señalando al suelo.
Por otra parte, que el perro se suba al sofá es consecuencia de un factor de convivencia. Si nuestro suelo es de gres o mármol lo lógico es que sea frío y no le resulte agradable tener que reposar en una superficie así para descansar, por lo que en el momento que descubra el sofá, intentará hacer de él su lugar. Para ello, procuraremos tenerle una cama o un espacio para él en el suelo de casa. Existen muchas camas de perro, de distintos tamaños, grosores y materiales que nos ayudarán en este paso.
Conviene comprobar la temperatura de la cama del perro: Si es de materiales malos, por naturaleza la rechazará y buscará una superficie mejor donde descansar sin pasar frío, siendo el sofá la primera opción que le pasará por la cabeza. En este caso, podemos utilizar algún material que haga determoaislante entre el frío suelo y la cama de nuestro perro, para que no tenga por qué sentirse incómodo y buscar alternativa. Si además jugamos con la ventaja de tener un cachorro, tendremos que enseñarle desde primera hora que su lugar es éste y no el sofá.
Por último, cabe destacar que si nos encontramos a nuestro perro frecuentemente en el sofá y obedece nuestras órdenes de bajada, o bien se queda sentado a nuestro lado en el suelo, estemos ante un intento de comunicación por su parte. Esto puede denotar falta de cariño, uno de los principales reclamos de los perros hacia los dueños, por no decir el principal. Y es que el sofá no sólo puede recordarle a su dueño, sino al instinto de protección y compañía que nosotros también les proporcionamos.