La cámara de vídeo... testigo del tiempo y, hoy día, del acto sexual. Algo tiene ese ojo que les ha dado la bienvenida a otras manifestaciones del sexo contemporáneo.
A pesar de las historias de horror de quienes se han confrontado en las páginas cibernéticas o en medios de comunicación en pleno acto sexual, la práctica de las parejas que se graban sosteniendo relaciones íntimas cobra auge.
“La mayor parte de los que se filman durante algún encuentro sexual lo hacen por pura curiosidad. El deseo de cumplir una fantasía sexual o de complacer a la pareja son dos de las razones primordiales para decidir filmar o dejarse filmar”, explica la doctora en medicina y sexóloga, Carmen Valcárcel.
De igual forma, las figuras públicas que han adquirido fama internacional por escándalos de esta naturaleza, como Pamela Anderson y Paris Hilton, podrían también incidir en la propagación de esta costumbre de atisbos mediáticos. Tal vez por ello, Valcárcel dice que al acceder a la Internet, “es posible que te encuentres con vídeos de personas comunes que han tratado de imitar a los artistas que han tenido esa exposición”.
Si bien el arte y sus vehículos han servido para representar el sexo (Valcárcel recuerda cómo en las cavernas existen figuras y dibujos representativos de la sexualidad), la cámara de vídeo parece contribuir con su acción a contar el frenesí.
Valcárcel señala que, al verse a sí mismas, algunas parejas experimentan un aumento en la excitación. “Muchos alegan que la idea de ver a otros o que otros te vean puede ser en extremo excitante. Sólo hay que ver el número de webcams que existen de amateurs en la red”, informa.
Entre el negativo y el positivo
La obsesión por el espectáculo y los medios de comunicación también ejerce su influencia en las costumbres sexuales del tejido social. Según Valcárcel, en esta sociedad predominan la gratificación instantánea y el consumismo. La consecuencia, alerta la experta, es que “la relación sexual se vea como un producto más de consumo”.
El bombardeo sexual en los senderos cibernéticos contribuye a la novedad y la fantansía que provoca la cámara como testigo. “En los medios de comunicación y tecnológicos hay tantas imágenes sexuales que muchas veces se argumenta: '¿Por qué no?'”, precisa quien entiende que grabarse en la intimidad “no necesarimente” es una patología. La parafilia surge “cuando la persona necesita esa conducta específica para poder lograr excitación”, detalla.
Por el contrario, para algunos filmar la relación sexual “podría ser motivo de diversión y de placer”, subraya Valcárcel. “Dependiendo de las experiencias previas, madurez, valores y consideraciones personales, (grabarse) podría convertirse hasta en una experiencia de aprendizaje”, puntualiza.
Sin embargo, la experta en sexualidad expone que “en nuestra sociedad occidental parece que son más las razones para no filmarse que para hacerlo”. Y es que la huella imborrable de este material, la amenaza de dicho vídeo si se rompe la relación y el que éste pueda ser accedido por quien use la computadora son algunas de las secuelas -de las cuales Valcárcel advierte- que trae a cuestas un vídeo de contenido sexual.
Recomendaciones
Si quieres grabar el acto sexual...
Debes estar seguro(a) de que quieres hacerlo. Si tienes alguna duda, no lo hagas.
Habla de esto, incluyendo detalles, previamente. No te dejes llevar por el impulso.
Los convenios de quien custodia la foto, el vídeo o el archivo electrónico son buenos, pero no infalibles.
Si tienes la necesidad de grabar cada acto íntimo, debes buscar ayuda. La obsesión con una conducta no es saludable y puede traerte problemas.