Hoy continúa su pena en un centro psiquiátrico tras no mostrar arrepentimiento, mientras que los cadáveres de las niñas han sido retornados uno por uno.
Anatoly Moskvin es un historiador de 56 años, proveniente de Rusia, que profanó varias tumbas para desenterrar cadáveres de niñas, de entre 3 y 12 años de edad, y guardarlos en su casa como si se tratara de una “colección”.
La historia se conoció en 2011 cuando las autoridades de la ciudad de Nizhny Novgorod confirmaron un alto incremento de actos vandálicos en los cementerios.
Llegaron a pensar que los cadáveres eran usados para asuntos demoniacos. Tras no encontrar a los responsables de aquel “laberinto”, decidieron contactar a especialistas en necrofilia y santería. Y así apareció el experto Moskvin. ¿Cómo fue descubierto?
Una gran sorpresa
Anatoly Moskvin es un historiador de la Universidad de Moscú, especializado en la cultura celta y en estudios sobre cementerios locales, por lo que fue una primera fuente para las autoridades responsables del caso de profanación de tumbas.
Fue entonces cuando fueron a la casa de Moskvin y se llevaron una gran sorpresa al encontrar un total de 29 cadáveres de niñas embalsamadas y ubicados en cada rincón como si se trataran de adornos.
Las autoridades hallaron un total de 29 cadáveres de niñas embalsamados y usados como adornos. Foto: La Razón
Según los medios locales, estaban vestidas y maquilladas como muñecas y sus rostros eran cubiertos por máscaras para tapar los huesos por la descomposición. Asimismo, introducía cajas musicales en los pechos y les hablaba de la hora del té como si realmente fuesen juguetes.
Aparte de hallar a los cuerpos como muñecas, vieron los mapas de los cementerios de la ciudad, fotos y videos de unas 150 tumbas abiertas y de los cadáveres desenterrados.
El inicio de la adicción
De acuerdo con las declaraciones del mismo Moskvin a la revista Necrología, la adicción a los muertos empezó cuando era un niño de 12 años. Contó que, tras asistir al funeral de su compañera del colegio, fue obligado a besar su frente en varias oportunidades. Sin embargo, eso no fue todo.
La madre de la menor fallecida retrató una escena de boda. “La madre, de luto, me puso un anillo de boda en la mano antes de ponérselo también a ella. Así fue que me casé simbólicamente (...) Mi matrimonio con Natasha Petrova fue muy útil, me ayudó a desarrollar un profundo interés en ceremonias mágicas”, confesó a la revista.
Si bien el historiador ruso, quien también fue vinculado a los ritos oscuros, vivía con sus padres a sus 45 años, estos no notaron lo que había detrás de las muñecas y lo dejaron con su “manía”.
Sin mostrar arrepentimiento”
Anatoly Moskvin fue detenido en el 2011 tras admitir haber profanado 44 tumbas y ‘ayudar’ a las niñas desenterradas, puesto que “¡pasaban frío!”, estaban “abandonadas” y las llevó a casa para “calentarlas”.
Tras sus declaraciones a las autoridades, fue sometido a varios exámenes psicológicos hasta que le diagnosticaron esquizofrenia. Esto permitió que su sentencia en el 2013 sea ir a un centro psiquiátrico en vez de una cárcel. Estuvo ahí hasta el 2018, año en que los médicos recomendaron que continúe su proceso en casa, lo que indignaría a las familias de las menores usadas como muñecas.
El historiador ruso pudo librarse de prisión y mudarse a Moscú, como lo pensaba, pero seguía sin mostrar arrepentimiento. “Estas niñas son niñas. No tienen padres. No conozco a ninguno de ellos. Además, enterraron a sus hijas, y aquí es donde creo que terminaron sus derechos sobre ellas... Así que no, no me disculparía”, argumentaba.
Actualmente, Moskvin continúa encerrado en el centro psiquiátrico. Con respecto a los cadáveres de las pequeñas, han sido retornados uno por uno. “Ahora tendré la oportunidad de poner una lápida en la tumba de mi hija. La enterramos sin nombre para evitar que él la encontrara si era liberado”, concluyó el papá de una de las menores.
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“Nuestras leyes son demasiado blandas, el castigo debe ir, de alguna manera, en consonancia con lo que ha hecho la persona, y este hombre descansará en su clínica hasta que, tememos, digan que está curado y le dejen volver a su cementerio (...) Ojalá me lo hubiese encontrado junto a la tumba de O., pero si se hubiese hecho lo que tendría que haber hecho, ahora sería yo quien estaría en la cárcel”, declaró el padre de una de las niñas a un medio local.
Anatoly Moskvin es un historiador de 56 años, proveniente de Rusia, que profanó varias tumbas para desenterrar cadáveres de niñas, de entre 3 y 12 años de edad, y guardarlos en su casa como si se tratara de una “colección”.
La historia se conoció en 2011 cuando las autoridades de la ciudad de Nizhny Novgorod confirmaron un alto incremento de actos vandálicos en los cementerios.
Llegaron a pensar que los cadáveres eran usados para asuntos demoniacos. Tras no encontrar a los responsables de aquel “laberinto”, decidieron contactar a especialistas en necrofilia y santería. Y así apareció el experto Moskvin. ¿Cómo fue descubierto?
Una gran sorpresa
Anatoly Moskvin es un historiador de la Universidad de Moscú, especializado en la cultura celta y en estudios sobre cementerios locales, por lo que fue una primera fuente para las autoridades responsables del caso de profanación de tumbas.
Fue entonces cuando fueron a la casa de Moskvin y se llevaron una gran sorpresa al encontrar un total de 29 cadáveres de niñas embalsamadas y ubicados en cada rincón como si se trataran de adornos.
Las autoridades hallaron un total de 29 cadáveres de niñas embalsamados y usados como adornos. Foto: La Razón
Según los medios locales, estaban vestidas y maquilladas como muñecas y sus rostros eran cubiertos por máscaras para tapar los huesos por la descomposición. Asimismo, introducía cajas musicales en los pechos y les hablaba de la hora del té como si realmente fuesen juguetes.
Aparte de hallar a los cuerpos como muñecas, vieron los mapas de los cementerios de la ciudad, fotos y videos de unas 150 tumbas abiertas y de los cadáveres desenterrados.
El inicio de la adicción
De acuerdo con las declaraciones del mismo Moskvin a la revista Necrología, la adicción a los muertos empezó cuando era un niño de 12 años. Contó que, tras asistir al funeral de su compañera del colegio, fue obligado a besar su frente en varias oportunidades. Sin embargo, eso no fue todo.
La madre de la menor fallecida retrató una escena de boda. “La madre, de luto, me puso un anillo de boda en la mano antes de ponérselo también a ella. Así fue que me casé simbólicamente (...) Mi matrimonio con Natasha Petrova fue muy útil, me ayudó a desarrollar un profundo interés en ceremonias mágicas”, confesó a la revista.
Si bien el historiador ruso, quien también fue vinculado a los ritos oscuros, vivía con sus padres a sus 45 años, estos no notaron lo que había detrás de las muñecas y lo dejaron con su “manía”.
Sin mostrar arrepentimiento”
Anatoly Moskvin fue detenido en el 2011 tras admitir haber profanado 44 tumbas y ‘ayudar’ a las niñas desenterradas, puesto que “¡pasaban frío!”, estaban “abandonadas” y las llevó a casa para “calentarlas”.
Tras sus declaraciones a las autoridades, fue sometido a varios exámenes psicológicos hasta que le diagnosticaron esquizofrenia. Esto permitió que su sentencia en el 2013 sea ir a un centro psiquiátrico en vez de una cárcel. Estuvo ahí hasta el 2018, año en que los médicos recomendaron que continúe su proceso en casa, lo que indignaría a las familias de las menores usadas como muñecas.
El historiador ruso pudo librarse de prisión y mudarse a Moscú, como lo pensaba, pero seguía sin mostrar arrepentimiento. “Estas niñas son niñas. No tienen padres. No conozco a ninguno de ellos. Además, enterraron a sus hijas, y aquí es donde creo que terminaron sus derechos sobre ellas... Así que no, no me disculparía”, argumentaba.
Actualmente, Moskvin continúa encerrado en el centro psiquiátrico. Con respecto a los cadáveres de las pequeñas, han sido retornados uno por uno. “Ahora tendré la oportunidad de poner una lápida en la tumba de mi hija. La enterramos sin nombre para evitar que él la encontrara si era liberado”, concluyó el papá de una de las menores.
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“Nuestras leyes son demasiado blandas, el castigo debe ir, de alguna manera, en consonancia con lo que ha hecho la persona, y este hombre descansará en su clínica hasta que, tememos, digan que está curado y le dejen volver a su cementerio (...) Ojalá me lo hubiese encontrado junto a la tumba de O., pero si se hubiese hecho lo que tendría que haber hecho, ahora sería yo quien estaría en la cárcel”, declaró el padre de una de las niñas a un medio local.