Lo hice a mi manera. Fácil y simple. Nadie podría haberlos escuchado gritar (...) Los maté. No sé por qué”, declaró la mujer ante las autoridades. Esta es su historia.
Cierta noche, Lise Coleman requería de una niñera que cuidara de su hijo de apenas 10 meses de edad. Ante su solicitud, Christine Falling, quien tenía experiencia en el cargo, se ofreció para atender al bebé en su casa.
Al día siguiente, la criatura apareció muerta y sin señales de agresión o violencia; no obstante, reportes oficiales revelaron que el pequeño falleció por asfixia. Este caso arrojaba a la quinta víctima de la también llamada ‘Niñera asesina’, quien, a lo largo de dos años y medio, no generó sospecha alguna.
Christine Laverne Slaughter nació el 12 de marzo de 1963 en la localidad de Perry, Florida, Estados Unidos, producto de la relación de su madre, Ann, de 16 años, y su padre, Thomas, 65.
A los pocos meses de su nacimiento, su progenitora abandonó a su familia y regresó nuevamente embarazada. En el transcurso de dos años y medio, Ann tuvo tres hijos más.
Sin embargo, la mujer tomó la decisión de abandonar a sus hijos luego de que Thomas sufriera un accidente laboral y no se encontrara apto para mantenerlos. A consecuencia de su situación, Ann tomó el auto, llegó a un establecimiento y abandonó a los pequeños para nunca más volver a verlos.
Tras su accionar, las autoridades se hicieron cargo de los menores, quienes fueron trasladados a un orfanato. Teimpo despupés, la familia Falling adoptó a Christine y a su hermana Carol.
Cuando llegaron a casa, ambas fueron recibidas con mucho cariño y amor por parte de sus padres adoptivos. Pero, con el pasar de los años, comenzaron a surgir problemas entre la pareja, además de la enfermedad que padecía Christine: epilepsia.
Adicionalmente, la niña empezó a tener problemas de obesidad, dificultad para aprender, ataques de ira, un comportamiento antisocial y desarrolló una fuerte antipatía contra sus padres. Sobre todo que a Christine le encantaba causar daño a los animales, es decir, disfrutaba torturarlos y estrangularlos.
Por lo experimentado, los Falling enviaron a las hermanas a un reformatorio en Orlando, pero, luego de un año, todo seguía igual. Con 14 años, Christine se enamoró y casó con su hermanastro en 1977, matrimonio que duró poco tiempo.
Tras el divorcio, se dedicó a trabajar como niñera, ya que disfrutaba cuidar de ellos. Enseguida, se ganó la confianza de los padres, quienes no dudaron en dejar a sus menores bajo el cuidado de la joven. Sin embargo, un 25 de febrero de 1980 ocurrió lo inesperado.
La adolescente cuidaba de Cassidy Mae Jhonson de 2 años, pero, inesperadamente, la pequeña sufrió un desmayo. Ante lo sucedido, la niñera acudió a un pediatra y este comprobó un sospechoso golpe en la cabeza.
Chrsitine dijo que la bebé se había caído de la cuna, por lo que el médico diagnosticó una inflamación cerebral causada por una infección. Tras permanecer dos días en el hospital, Cassidy murió y se convertiría, así, en el primer asesinato de la niñera.
La primera muerte propició que la joven se mudara de la ciudad y se trasladara hasta Lakeland, donde continuó ejerciendo como cuidadora.
Más tarde, Christine cometió su segundo asesinato. Según reportes oficiales, un niño de 4 años, identificado como Jeffrey Davis, dejó de respirar y la autopsia confirmó que sufrió una miocarditis; en otras palabras, un trastorno poco común causado por una infección que afecta al corazón.
Pasaron tres días y la joven cuidaba a Joseph Spring, de 2 años, luego de que sus padres asistieran al funeral de su primo fallecido. Al volver, la pareja encontró el pequeño muerto y, según los profesionales de la salud, se confirmó que la causa de su deceso fue la misma que su familiar: miocarditis.
Tras lo sucedido, la gente creía que Christine portaba una maldición, por lo que la niñera decidió cambiar de rubro profesional y se dedicó a cuidar ancianos. Aun así, en su primer día de trabajo, mató a William Swindle, de 77 años. Nadie sospechaba de la cuidadora pese a las muertes que le rodeaban.
Durante el verano de 1981 y con 18 años, Christine realizó su quinto asesinato. Esta vez sería nuevamente una bebé, de ocho meses, quien fuera asfixiada cuando su madre no se encontraba. En esta ocasión, se confirmaba que su deceso se debía al síndrome de muerte súbita infantil.
Antes de su detención, la ‘Niñera asesina’ —como la denominaron los medios locales— volvió a actuar. Su último crimen fue el 2 de julio de 1982 contra un bebé de 10 meses. No obstante, se descubrió en la autopsia que el pequeño tenía heridas internas, similares a las producidas por asfixia mecánica.
Tras haber asesinado a cinco menores y un adulto, los agentes llevaron a la fémina a un centro de salud mental para tomarle un examen psiquiátrico. A su vez, hallaron suficientes pruebas para acusarla y procedieron a su detención.
“No sé por qué lo hice, no me gustaba. Ya sabes, parecía sencillo, pero no lo era. Le puse una mantita sobre su cara. Una voz me decía dentro de mí: ‘Mata al bebé’, una y otra vez. Después me daba cuenta de lo que había pasado”, confesó la mujer a la Policía.
“De todas formas lo hice a mi manera. Fácil y simple. Nadie podría haberlos escuchado gritar (...). Los maté, es todo lo que tengo para decir. No sé por qué”, agregó
Cadena perpetua
Durante en su juicio en Florida, Falling declaró que aprendió a asesinar gracias a específicos programas de televisión. Confesó que los motivos por los que realizó dichos crímenes fueron porque eran muy ruidosos o la volvían loca, incluso dijo: “Lo saqué de la cuna y comencé a ahogarlo hasta que estaba muerto, recibí el impulso y quise matarlo”.
Así, el 17 de septiembre de 1982, el juez sentenció a Christine a dos cadenas perpetuas sin posibilidad de salir en libertad condicional en los siguientes 25 años.
Libertad rechazada
Después de cumplir la primera parte en prisión, Falling solicitó la libertad condicional, sin embargo, en noviembre de 2017, nadie la apoyó y las autoridades rechazaron su pedido. Ahora tendrá otra oportunidad en 2024, cuando tenga 61 años. Mientras tanto, seguirá encarcelada en la Institución Correccional de Lowell en Ocala, Florida.
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Cierta noche, Lise Coleman requería de una niñera que cuidara de su hijo de apenas 10 meses de edad. Ante su solicitud, Christine Falling, quien tenía experiencia en el cargo, se ofreció para atender al bebé en su casa.
Al día siguiente, la criatura apareció muerta y sin señales de agresión o violencia; no obstante, reportes oficiales revelaron que el pequeño falleció por asfixia. Este caso arrojaba a la quinta víctima de la también llamada ‘Niñera asesina’, quien, a lo largo de dos años y medio, no generó sospecha alguna.
Christine Laverne Slaughter nació el 12 de marzo de 1963 en la localidad de Perry, Florida, Estados Unidos, producto de la relación de su madre, Ann, de 16 años, y su padre, Thomas, 65.
A los pocos meses de su nacimiento, su progenitora abandonó a su familia y regresó nuevamente embarazada. En el transcurso de dos años y medio, Ann tuvo tres hijos más.
Sin embargo, la mujer tomó la decisión de abandonar a sus hijos luego de que Thomas sufriera un accidente laboral y no se encontrara apto para mantenerlos. A consecuencia de su situación, Ann tomó el auto, llegó a un establecimiento y abandonó a los pequeños para nunca más volver a verlos.
Tras su accionar, las autoridades se hicieron cargo de los menores, quienes fueron trasladados a un orfanato. Teimpo despupés, la familia Falling adoptó a Christine y a su hermana Carol.
Cuando llegaron a casa, ambas fueron recibidas con mucho cariño y amor por parte de sus padres adoptivos. Pero, con el pasar de los años, comenzaron a surgir problemas entre la pareja, además de la enfermedad que padecía Christine: epilepsia.
Adicionalmente, la niña empezó a tener problemas de obesidad, dificultad para aprender, ataques de ira, un comportamiento antisocial y desarrolló una fuerte antipatía contra sus padres. Sobre todo que a Christine le encantaba causar daño a los animales, es decir, disfrutaba torturarlos y estrangularlos.
Por lo experimentado, los Falling enviaron a las hermanas a un reformatorio en Orlando, pero, luego de un año, todo seguía igual. Con 14 años, Christine se enamoró y casó con su hermanastro en 1977, matrimonio que duró poco tiempo.
Tras el divorcio, se dedicó a trabajar como niñera, ya que disfrutaba cuidar de ellos. Enseguida, se ganó la confianza de los padres, quienes no dudaron en dejar a sus menores bajo el cuidado de la joven. Sin embargo, un 25 de febrero de 1980 ocurrió lo inesperado.
La adolescente cuidaba de Cassidy Mae Jhonson de 2 años, pero, inesperadamente, la pequeña sufrió un desmayo. Ante lo sucedido, la niñera acudió a un pediatra y este comprobó un sospechoso golpe en la cabeza.
Chrsitine dijo que la bebé se había caído de la cuna, por lo que el médico diagnosticó una inflamación cerebral causada por una infección. Tras permanecer dos días en el hospital, Cassidy murió y se convertiría, así, en el primer asesinato de la niñera.
La primera muerte propició que la joven se mudara de la ciudad y se trasladara hasta Lakeland, donde continuó ejerciendo como cuidadora.
Más tarde, Christine cometió su segundo asesinato. Según reportes oficiales, un niño de 4 años, identificado como Jeffrey Davis, dejó de respirar y la autopsia confirmó que sufrió una miocarditis; en otras palabras, un trastorno poco común causado por una infección que afecta al corazón.
Pasaron tres días y la joven cuidaba a Joseph Spring, de 2 años, luego de que sus padres asistieran al funeral de su primo fallecido. Al volver, la pareja encontró el pequeño muerto y, según los profesionales de la salud, se confirmó que la causa de su deceso fue la misma que su familiar: miocarditis.
Tras lo sucedido, la gente creía que Christine portaba una maldición, por lo que la niñera decidió cambiar de rubro profesional y se dedicó a cuidar ancianos. Aun así, en su primer día de trabajo, mató a William Swindle, de 77 años. Nadie sospechaba de la cuidadora pese a las muertes que le rodeaban.
Durante el verano de 1981 y con 18 años, Christine realizó su quinto asesinato. Esta vez sería nuevamente una bebé, de ocho meses, quien fuera asfixiada cuando su madre no se encontraba. En esta ocasión, se confirmaba que su deceso se debía al síndrome de muerte súbita infantil.
Antes de su detención, la ‘Niñera asesina’ —como la denominaron los medios locales— volvió a actuar. Su último crimen fue el 2 de julio de 1982 contra un bebé de 10 meses. No obstante, se descubrió en la autopsia que el pequeño tenía heridas internas, similares a las producidas por asfixia mecánica.
Tras haber asesinado a cinco menores y un adulto, los agentes llevaron a la fémina a un centro de salud mental para tomarle un examen psiquiátrico. A su vez, hallaron suficientes pruebas para acusarla y procedieron a su detención.
“No sé por qué lo hice, no me gustaba. Ya sabes, parecía sencillo, pero no lo era. Le puse una mantita sobre su cara. Una voz me decía dentro de mí: ‘Mata al bebé’, una y otra vez. Después me daba cuenta de lo que había pasado”, confesó la mujer a la Policía.
“De todas formas lo hice a mi manera. Fácil y simple. Nadie podría haberlos escuchado gritar (...). Los maté, es todo lo que tengo para decir. No sé por qué”, agregó
Cadena perpetua
Durante en su juicio en Florida, Falling declaró que aprendió a asesinar gracias a específicos programas de televisión. Confesó que los motivos por los que realizó dichos crímenes fueron porque eran muy ruidosos o la volvían loca, incluso dijo: “Lo saqué de la cuna y comencé a ahogarlo hasta que estaba muerto, recibí el impulso y quise matarlo”.
Así, el 17 de septiembre de 1982, el juez sentenció a Christine a dos cadenas perpetuas sin posibilidad de salir en libertad condicional en los siguientes 25 años.
Libertad rechazada
Después de cumplir la primera parte en prisión, Falling solicitó la libertad condicional, sin embargo, en noviembre de 2017, nadie la apoyó y las autoridades rechazaron su pedido. Ahora tendrá otra oportunidad en 2024, cuando tenga 61 años. Mientras tanto, seguirá encarcelada en la Institución Correccional de Lowell en Ocala, Florida.
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