Joven australiano convenció a sus padres para vender los huevos de sus gallinas a sus vecinos. Años después, el negocio creció hasta producir millonarias cifras.
Cuando estaba en la escuela primaria, la familia de Josh Murray se mudó a una plantación en Victoria, Australia, donde el anterior dueño había dejado abandonadas a 40 gallinas. De alguna manera, el por entonces menor de 9 años convenció a su familia para que se quedaran con los animales, comprometiéndose a cuidar de todos ellas. Fue allí cuando Josh le demostró a sus padres que tenía habilidades para los negocios.
A pesar de su corta edad, comenzó a hacer trueques con los huevos de sus mascotas. Eventualmente, comenzó a vender el producto con autorización de sus padres. “Cuidaba las gallinas, tenía que darles de comer, limpiarlas, las gallinas eran su responsabilidad. Así empezó a vender a los vecinos, aunque solo teníamos tres”, comentó su madre.
Esta necesidad de clientela hizo que Josh pensara en nuevas oportunidades de negocio. De esta forma fue como comenzó a expandir los puntos de venta de sus productos en tiendas locales y al mercado de agricultores, hasta que, poco a poco, logró recolectar la suma de 15.000 dólares australianos. Más adelante, con el apoyo de su madre, el menor fundó su propia empresa, Josh’s Rainbow Eggs.
Con el inicio de la compañía, la familia invirtió sus recursos para apoyar a su hijo, y dedicó toda su granja para cuidar a las gallinas. Para el año 2015, los Murray ya contaban con 10.000 especímenes del animal.
A medida que crecía el negocio, nuevos empleados se fueron añadiendo y, con el aumento de la producción, Josh tuvo que adquirir una nueva granja con más espacio para sus gallinas. El visionario empresario también comenzó a cerrar acuerdos para vender sus huevos en supermercados y, a la fecha, su negocio genera cerca de 5 000 000 dólares australianos.
Ahora, Josh continúa preparándose y se encuentra realizando una especialización en marketing mientras su exitoso imperio de huevos continúa en crecimiento.
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Cuando estaba en la escuela primaria, la familia de Josh Murray se mudó a una plantación en Victoria, Australia, donde el anterior dueño había dejado abandonadas a 40 gallinas. De alguna manera, el por entonces menor de 9 años convenció a su familia para que se quedaran con los animales, comprometiéndose a cuidar de todos ellas. Fue allí cuando Josh le demostró a sus padres que tenía habilidades para los negocios.
A pesar de su corta edad, comenzó a hacer trueques con los huevos de sus mascotas. Eventualmente, comenzó a vender el producto con autorización de sus padres. “Cuidaba las gallinas, tenía que darles de comer, limpiarlas, las gallinas eran su responsabilidad. Así empezó a vender a los vecinos, aunque solo teníamos tres”, comentó su madre.
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Con el inicio de la compañía, la familia invirtió sus recursos para apoyar a su hijo, y dedicó toda su granja para cuidar a las gallinas. Para el año 2015, los Murray ya contaban con 10.000 especímenes del animal.
A medida que crecía el negocio, nuevos empleados se fueron añadiendo y, con el aumento de la producción, Josh tuvo que adquirir una nueva granja con más espacio para sus gallinas. El visionario empresario también comenzó a cerrar acuerdos para vender sus huevos en supermercados y, a la fecha, su negocio genera cerca de 5 000 000 dólares australianos.
Ahora, Josh continúa preparándose y se encuentra realizando una especialización en marketing mientras su exitoso imperio de huevos continúa en crecimiento.
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