Un sacerdote afirmó el martes que durante el bautizo de un bebé, esquivó dos golpes de puño por parte del padrino porque se le pidió que durante la solemne ceremonia se cubriera un tatuaje de su brazo izquierdo y que además tenía una oreja perforada, incidente que obligó a suspender el acto religioso.
El cura Marcelino Brítez contó a The Associated Press que "se produjo un innecesario alboroto en el púlpito de nuestra parroquia Santa Elena, de Asunción, porque solo le dije al padrino que se cubriera con la manga de la camisa el tatuaje, debido al perfil tradicionalista y conservadora de la iglesia".
El padrino reaccionó lanzándome dos golpes de puño que los esquivé oportunamente", dijo el cura. "La iglesia no prohibe los tatuajes ni las perforaciones, pero...", comentó el sacerdote, en tácita explicación que se tratarían de expresiones artísticas inadecuadas para exhibirlas en un acto religioso.
Móniza Bazzano, madre del bebé de cuatro meses, dijo a los periodistas que el sacerdote "en el púlpito ante 50 personas nos maltrató verbalmente".
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