Parecen muy lejanos los días en que Call of Duty con discreción se acercaba a los aparadores como una propuesta más de Segunda Guerra Mundial, pues el primer vistazo a su próxima iteración, Black Ops II, realmente hizo que hasta los más veteranos nos quedáramos con la boca abierta por lo singular de su concepto.
Es cierto que una vez que Infinity Ward cambió las ciudades europeas de los años 40 por las arenas del combate contemporáneo, el salto al futuro se volvió una cuestión de tiempo, pero Black Ops no lucía precisamente como el spin-off más apto para hacer esa mutación, y sin embargo aquí estamos, preguntándonos qué supone el arribo de los soldados robóticos para la franquicia de FPS más influyente de los últimos tiempos.
La primera impresión de su servidor al escuchar el compás electrónico del trailer y ver aparecer los jets del futuro fue de sospecha, intriga y hasta de cierta decepción. Muchos fanáticos creímos que sería más de lo mismo, pues cansados del reciclaje jugamos Modern Warfare 3 más por obligación que por creer que encontrarían verdadero de novedad.
No podemos negar que Treyarch nuevamente adoptó un riesgo mayúsculo con su nuevo enfoque y los primeros detalles sobre la campaña sugieren algo más que un mero contexto imaginativo. Sí, hablamos de armas futuristas, de acorazados de cuatro patas y mortíferos drons sobre nuestras cabezas, pero también de decisiones, de una dosis de estrategia y, más importante aún, de una pregunta: ¿quién es el enemigo cuando la Inteligencia Artificial es responsable de nuestra seguridad? La respuesta podría ser todos y nadie a la vez, y vaya que eso es perturbador.
El Planteamiento
Antes de adentrarnos en el argumento de Black Ops II vale la pena remarcar que David Goyer, coescritor de The Dark Knight y Black Ops, estará de vuelta para la continuación, lo que ya sienta un buen precedente.
Esta será la historia de un conflicto entre China y Estados Unidos, provocado por Raul Menendez, un exsoldado que se convierte en villano y cuya biografía se remonta a la década de los 80 hasta llegar al año 2025. Esos serán precisamente los dos bloques cronológicos que explore la campaña. En el primero adoptaremos el rol del ya conocido Alex Mason, protagonista de Black Ops, y en el segundo estaremos en los zapatos de su hijo David. En medio de ambos encontraremos a Frank Woods, otro personaje central de Black Ops, quien fungirá como relator de los acontecimientos ya en una edad avanzada.
En primera instancia el argumento es directo, pero como todo buen guión, está rodeado de capas que le agregan sustancia y tienen un fundamento en la realidad. Para entrar de lleno en la trama, diremos que Menendez se convirtió en un terrorista cibernético, quien ataca la bolsa de valores de China, instaurando el caos y obligando a la gran nación asiática a disputarse con la Unión Americana los yacimientos de minerales raros, clave tanto en la economía actual como en la del futuro ficticio del juego.
Modern Warfare 3 manejaba el mismo principio básico del terrorista en discordia que ponía a dos superpotencias en ruta de colisión, pero del lado de Treyarch tenemos el asunto de la informática y la tecnología como variantes, pues la principal arma de Menendez yace en su capacidad para vulnerar y controlar los sistemas de los que tanto depende el mundo del mañana.
Irónicamente para una serie que siempre ha trivializado el valor de la vida humana en los conflictos armados, Call of Duty: Black Ops II tratará de reivindicar la importancia del soldado de carne y hueso en un mundo donde lo sintético parece sustituirlo a un ritmo alarmante.
Sí, la tecnología mejora varios aspectos de la vida diaria y también del mundo militar, pero también supone la aparición de nuevas debilidades, ese será el mensaje central dentro del juego. Más de lo que Modern Warfare ha tratado de comunicar a lo largo de todas sus iteraciones, si me lo preguntan.
Elige tus batallas
Si hubiera una definición de diccionario para definir a lo “lineal” en los videojuegos ahí tendría que aparecer Call of Duty como ilustración, pues sus campañas solían ser como una montaña rusa donde las emociones estaban a la orden del día, pero el diseño no ofrecía ninguna movilidad –hasta ahora–. Por eso, de todo lo que se ha difundido sobre esta secuela, lo que más nos llama la atención es el tema de la mecánica de juego.
De vuelta en los viejos días de la Segunda Guerra Mundial, Call of Duty llevaba la progresión de su campaña por diversos frentes de batalla, con diferentes personajes en un línea recta. Partiendo de ese esquema, ahora el jugador podrá elegir si quiere participar o no en ciertas misiones cuyos objetivos inclinarán la balanza de la guerra de un lado o de otro, usando para ello soldados particulares. Lo más interesante es que de dicha elección dependerá el desenvolvimiento de la historia; fallar o cumplir los objetivos tendrá consecuencias para el hilo conductor e incluso podrá decantar en la muerte de personajes.
Ya a menor escala y dentro de una misión en concreto, nuestro protagonista podrá encontrar situaciones donde deba decidir si tomar cierta ruta u optar por otra, si proteger a su equipo como francotirador o entrar en la acción, por citar un ejemplo. En otras palabras, Black Ops II se perfila como una experiencia un poco más táctica, un poco más cerebral, y eso ya es mucho decir tratándose de Call of Duty. Nos gustaría pensar que esto abrirá la puerta para novedades cooperativas y múltiples historias dentro de la misma campaña, habrá que esperar.
Es cierto que una vez que Infinity Ward cambió las ciudades europeas de los años 40 por las arenas del combate contemporáneo, el salto al futuro se volvió una cuestión de tiempo, pero Black Ops no lucía precisamente como el spin-off más apto para hacer esa mutación, y sin embargo aquí estamos, preguntándonos qué supone el arribo de los soldados robóticos para la franquicia de FPS más influyente de los últimos tiempos.
La primera impresión de su servidor al escuchar el compás electrónico del trailer y ver aparecer los jets del futuro fue de sospecha, intriga y hasta de cierta decepción. Muchos fanáticos creímos que sería más de lo mismo, pues cansados del reciclaje jugamos Modern Warfare 3 más por obligación que por creer que encontrarían verdadero de novedad.
No podemos negar que Treyarch nuevamente adoptó un riesgo mayúsculo con su nuevo enfoque y los primeros detalles sobre la campaña sugieren algo más que un mero contexto imaginativo. Sí, hablamos de armas futuristas, de acorazados de cuatro patas y mortíferos drons sobre nuestras cabezas, pero también de decisiones, de una dosis de estrategia y, más importante aún, de una pregunta: ¿quién es el enemigo cuando la Inteligencia Artificial es responsable de nuestra seguridad? La respuesta podría ser todos y nadie a la vez, y vaya que eso es perturbador.
El Planteamiento
Antes de adentrarnos en el argumento de Black Ops II vale la pena remarcar que David Goyer, coescritor de The Dark Knight y Black Ops, estará de vuelta para la continuación, lo que ya sienta un buen precedente.
Esta será la historia de un conflicto entre China y Estados Unidos, provocado por Raul Menendez, un exsoldado que se convierte en villano y cuya biografía se remonta a la década de los 80 hasta llegar al año 2025. Esos serán precisamente los dos bloques cronológicos que explore la campaña. En el primero adoptaremos el rol del ya conocido Alex Mason, protagonista de Black Ops, y en el segundo estaremos en los zapatos de su hijo David. En medio de ambos encontraremos a Frank Woods, otro personaje central de Black Ops, quien fungirá como relator de los acontecimientos ya en una edad avanzada.
En primera instancia el argumento es directo, pero como todo buen guión, está rodeado de capas que le agregan sustancia y tienen un fundamento en la realidad. Para entrar de lleno en la trama, diremos que Menendez se convirtió en un terrorista cibernético, quien ataca la bolsa de valores de China, instaurando el caos y obligando a la gran nación asiática a disputarse con la Unión Americana los yacimientos de minerales raros, clave tanto en la economía actual como en la del futuro ficticio del juego.
Modern Warfare 3 manejaba el mismo principio básico del terrorista en discordia que ponía a dos superpotencias en ruta de colisión, pero del lado de Treyarch tenemos el asunto de la informática y la tecnología como variantes, pues la principal arma de Menendez yace en su capacidad para vulnerar y controlar los sistemas de los que tanto depende el mundo del mañana.
Irónicamente para una serie que siempre ha trivializado el valor de la vida humana en los conflictos armados, Call of Duty: Black Ops II tratará de reivindicar la importancia del soldado de carne y hueso en un mundo donde lo sintético parece sustituirlo a un ritmo alarmante.
Sí, la tecnología mejora varios aspectos de la vida diaria y también del mundo militar, pero también supone la aparición de nuevas debilidades, ese será el mensaje central dentro del juego. Más de lo que Modern Warfare ha tratado de comunicar a lo largo de todas sus iteraciones, si me lo preguntan.
Elige tus batallas
Si hubiera una definición de diccionario para definir a lo “lineal” en los videojuegos ahí tendría que aparecer Call of Duty como ilustración, pues sus campañas solían ser como una montaña rusa donde las emociones estaban a la orden del día, pero el diseño no ofrecía ninguna movilidad –hasta ahora–. Por eso, de todo lo que se ha difundido sobre esta secuela, lo que más nos llama la atención es el tema de la mecánica de juego.
De vuelta en los viejos días de la Segunda Guerra Mundial, Call of Duty llevaba la progresión de su campaña por diversos frentes de batalla, con diferentes personajes en un línea recta. Partiendo de ese esquema, ahora el jugador podrá elegir si quiere participar o no en ciertas misiones cuyos objetivos inclinarán la balanza de la guerra de un lado o de otro, usando para ello soldados particulares. Lo más interesante es que de dicha elección dependerá el desenvolvimiento de la historia; fallar o cumplir los objetivos tendrá consecuencias para el hilo conductor e incluso podrá decantar en la muerte de personajes.
Ya a menor escala y dentro de una misión en concreto, nuestro protagonista podrá encontrar situaciones donde deba decidir si tomar cierta ruta u optar por otra, si proteger a su equipo como francotirador o entrar en la acción, por citar un ejemplo. En otras palabras, Black Ops II se perfila como una experiencia un poco más táctica, un poco más cerebral, y eso ya es mucho decir tratándose de Call of Duty. Nos gustaría pensar que esto abrirá la puerta para novedades cooperativas y múltiples historias dentro de la misma campaña, habrá que esperar.