WASHINGTON - La forma en la que los matrimonios encaran los conflictos y la manera en que cada uno de los cónyuges reacciona sirven para determinar las probabilidades de que concluyan en un divorcio, según un estudio que publica la revista "Journal of Marriage and Family".
Las tasas de divorcio en Estados Unidos van desde aproximadamente el 50 por ciento de las parejas en su primer matrimonio, a alrededor del 62 por ciento de las parejas en su segundo matrimonio, y más del 70 por ciento de las parejas en un tercer matrimonio.
"Es de conocimiento público que las parejas recién casadas que se gritan o se insultan tienen más probabilidades de terminar divorciadas", indica el artículo, que se basa en un estudio de la Universidad de Michigan.
Un modelo particularmente dañino es cuando uno de los cónyuges tiende a afrontar de manera constructiva los conflictos, con una discusión de la situación en la que se esfuerza por comprender los sentimientos del otro, pero éste reacciona retrayéndose, afirma la investigadora Kira Birditt, que es la autora principal del estudio.
Según Birditt, el cónyuge que maneja los conflictos de manera constructiva puede percibir que el hábito de su pareja de retraerse "es una falta de inversión en la relación más que un intento de calmar la situación".
Sí funciona, por el contrario, el modelo de parejas en las cuales ambos cónyuges emplean estrategias constructivas, ya que en ese grupo se dan tasas más bajas de divorcio, añadió Birditt.
Los datos sobre los cuales trabajó el equipo de Birditt provienen del Estudio de los Primeros Años de Matrimonio, sustentado con fondos del Instituto Nacional de la Vejez y el Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano de Estados Unidos.
La investigación observó los patrones del conflicto matrimonial en 373 parejas entrevistadas cuatro veces en un período de 16 años a partir del primer año de su matrimonio.
Los investigadores observaron los comportamientos de ambos individuos, si el comportamiento cambiaba con el tiempo, y si existían diferencias de género en los patrones de conducta y los resultados.
Encontraron que el 29 por ciento de los esposos y el 21 por ciento de las esposas indicaban que no habían tenido conflictos en el primer año de su matrimonio, que fue 1986. Pero, añade Birditt, cuando en 2006 se cumplió el decimosexto año desde el casamiento, el 46 por ciento de las parejas se había divorciado.
"El que las parejas hubieran dado cuenta, o no, de conflictos durante el primer año de matrimonio no afectó el que se hubieran divorciado para cuando terminó el estudio", explicó la investigadora. En general los esposos dijeron haber tenido más comportamientos constructivos que las esposas.
Sin embargo, a lo largo del tiempo las mujeres fueron menos propensas a usar estrategias destructivas o a retraerse, en tanto que no hubo cambios en la conducta de los hombres. Una explicación alternativa es que "quizá las relaciones y la calidad de las relaciones sean más centrales en la vida de las mujeres que en la de los hombres".
Como resultado, añadió Birditt, en el curso de un matrimonio, las mujeres son más proclives a reconocer que "el retirarse, el retraerse ante el conflicto o el uso de estrategias destructivas no es ni eficaz ni beneficioso para el bienestar y la estabilidad general de sus matrimonios".
Las tasas de divorcio en Estados Unidos van desde aproximadamente el 50 por ciento de las parejas en su primer matrimonio, a alrededor del 62 por ciento de las parejas en su segundo matrimonio, y más del 70 por ciento de las parejas en un tercer matrimonio.
"Es de conocimiento público que las parejas recién casadas que se gritan o se insultan tienen más probabilidades de terminar divorciadas", indica el artículo, que se basa en un estudio de la Universidad de Michigan.
Un modelo particularmente dañino es cuando uno de los cónyuges tiende a afrontar de manera constructiva los conflictos, con una discusión de la situación en la que se esfuerza por comprender los sentimientos del otro, pero éste reacciona retrayéndose, afirma la investigadora Kira Birditt, que es la autora principal del estudio.
Según Birditt, el cónyuge que maneja los conflictos de manera constructiva puede percibir que el hábito de su pareja de retraerse "es una falta de inversión en la relación más que un intento de calmar la situación".
Sí funciona, por el contrario, el modelo de parejas en las cuales ambos cónyuges emplean estrategias constructivas, ya que en ese grupo se dan tasas más bajas de divorcio, añadió Birditt.
Los datos sobre los cuales trabajó el equipo de Birditt provienen del Estudio de los Primeros Años de Matrimonio, sustentado con fondos del Instituto Nacional de la Vejez y el Instituto Nacional de Salud Infantil y Desarrollo Humano de Estados Unidos.
La investigación observó los patrones del conflicto matrimonial en 373 parejas entrevistadas cuatro veces en un período de 16 años a partir del primer año de su matrimonio.
Los investigadores observaron los comportamientos de ambos individuos, si el comportamiento cambiaba con el tiempo, y si existían diferencias de género en los patrones de conducta y los resultados.
Encontraron que el 29 por ciento de los esposos y el 21 por ciento de las esposas indicaban que no habían tenido conflictos en el primer año de su matrimonio, que fue 1986. Pero, añade Birditt, cuando en 2006 se cumplió el decimosexto año desde el casamiento, el 46 por ciento de las parejas se había divorciado.
"El que las parejas hubieran dado cuenta, o no, de conflictos durante el primer año de matrimonio no afectó el que se hubieran divorciado para cuando terminó el estudio", explicó la investigadora. En general los esposos dijeron haber tenido más comportamientos constructivos que las esposas.
Sin embargo, a lo largo del tiempo las mujeres fueron menos propensas a usar estrategias destructivas o a retraerse, en tanto que no hubo cambios en la conducta de los hombres. Una explicación alternativa es que "quizá las relaciones y la calidad de las relaciones sean más centrales en la vida de las mujeres que en la de los hombres".
Como resultado, añadió Birditt, en el curso de un matrimonio, las mujeres son más proclives a reconocer que "el retirarse, el retraerse ante el conflicto o el uso de estrategias destructivas no es ni eficaz ni beneficioso para el bienestar y la estabilidad general de sus matrimonios".