El diagnóstico de un cáncer de mama puede hacer que la vida de una mujer se desmorone de un momento a otro, no sólo por todo lo que implica la enfermedad, sino que también porque el órgano que está afectado es uno directamente relacionado con la femineidad y la sexualidad.
Y aunque se tienda a pensar que las mujeres que sufren cáncer de mama prefieren hacer a un lado el tema de la intimidad de pareja para centrar su atención en el tratamiento y la recuperación, a veces no es tan así.
Según explica la psicóloga Claudia Ferreria, vicepresidenta de la Corporación “Yo, Mujer”, y terapeuta familiar y de pareja, si bien el primer sentimiento que gatilla un diagnóstico de cáncer de mama en una mujer es el de temor -“irreal en términos concretos, pero que tiene mucho peso en términos psicológicos”-, también surge la preocupación respecto a qué ocurrirá con la pareja mientras dura la enfermedad.
Esto no significa que tras conocer el diagnóstico e iniciar el tratamiento y la recuperación, la mujer inmediatamente quiera tener un acercamiento sexual con su pareja.
“El cáncer es un evento que interrumpe la normalidad, lo que uno puede prever”, sostiene Ferreira. En este sentido -agrega la especialista-, la enfermedad da origen a una profunda incertidumbre, que a su vez hace que la mujer destine su energía a preocuparse de aspectos propios del mal que la afecta, como es ir al doctor o someterse a las radio y quimioterapias.
Todo esto, explica la psicóloga, converge en una pérdida de la libido, en una disminución del interés sexual.
“La primera fase de la enfermedad o fase aguda, es la de mayor impacto”, señala Ferreira. Una vez superada, viene un segundo período en el que la mujer vive con el cáncer, pero sin la sintomatología, y su vida comienza a volver poco a poco a la normalidad, también en el aspecto íntimo.
“Vuelve la sexualidad sin ningún problema -asegura la terapeuta- y muchas veces en una forma en que puede ser mucho más enriquecedora, porque la pareja puede aprovechar ese momento para redefinir cosas, para contactarse de una forma distinta a como lo hacía antes”, concluye.
Y aunque se tienda a pensar que las mujeres que sufren cáncer de mama prefieren hacer a un lado el tema de la intimidad de pareja para centrar su atención en el tratamiento y la recuperación, a veces no es tan así.
Según explica la psicóloga Claudia Ferreria, vicepresidenta de la Corporación “Yo, Mujer”, y terapeuta familiar y de pareja, si bien el primer sentimiento que gatilla un diagnóstico de cáncer de mama en una mujer es el de temor -“irreal en términos concretos, pero que tiene mucho peso en términos psicológicos”-, también surge la preocupación respecto a qué ocurrirá con la pareja mientras dura la enfermedad.
Esto no significa que tras conocer el diagnóstico e iniciar el tratamiento y la recuperación, la mujer inmediatamente quiera tener un acercamiento sexual con su pareja.
“El cáncer es un evento que interrumpe la normalidad, lo que uno puede prever”, sostiene Ferreira. En este sentido -agrega la especialista-, la enfermedad da origen a una profunda incertidumbre, que a su vez hace que la mujer destine su energía a preocuparse de aspectos propios del mal que la afecta, como es ir al doctor o someterse a las radio y quimioterapias.
Todo esto, explica la psicóloga, converge en una pérdida de la libido, en una disminución del interés sexual.
“La primera fase de la enfermedad o fase aguda, es la de mayor impacto”, señala Ferreira. Una vez superada, viene un segundo período en el que la mujer vive con el cáncer, pero sin la sintomatología, y su vida comienza a volver poco a poco a la normalidad, también en el aspecto íntimo.
“Vuelve la sexualidad sin ningún problema -asegura la terapeuta- y muchas veces en una forma en que puede ser mucho más enriquecedora, porque la pareja puede aprovechar ese momento para redefinir cosas, para contactarse de una forma distinta a como lo hacía antes”, concluye.