El pequeño fue abandonado por sus padres cuando se percataron que había nacido con síndrome de Down. Entonces, Marcela emprendió la lucha por adoptarlo.
Hace 10 años, la enfermera Marcela Casal Sánchez, del Sanatorio Mater Dei (Buenos Aires, Argentina), fue testigo de cómo una pareja de esposos abandonó a su bebé tras darse cuenta de que había nacido con síndrome de Down.
Marcela y sus compañeros del hospital pensaron que los padres se arrepentirían y cambiarían de opinión, pero no fue así. Tras el nacimiento del pequeño, la madre pidió que retiraran la cuna del cuarto, devolvió el certificado de nacimiento y la pareja se marchó.
En ese tiempo, estuvo en brazos de todos. Nosotros lo traíamos de la terapia. Lo sacábamos. Lo poníamos en la cuna, en el huevito. Se la pasó de brazo en brazo, como yo digo, con todas las tías. También venían de otros servicios a verlo”, recuerda Marcela para Infobae.
Otra situación que les generó molestia y tristeza fue que los padres les decían a sus familiares que el pequeño había fallecido, y también pidieron que se le cambie de nombre porque “Franco era el nombre de un niño sano” y que mejor lo registraran como Santiago.
Marcela decidió adoptarlo
El 27 de diciembre, cuando Marcela llegó al hospital, el pequeño Santiago ya no estaba. Lo derivaron con una familia de tránsito hasta que se defina su adopción.
Por ese motivo, Marcela emprendió todos los trámites para adoptarlo. “Santiago se me metió en el corazón de entrada con todo lo que estaba pasando. Tenía la necesidad de tenerlo todo el tiempo en mis brazos. De que se sintiera acompañado y amado”, señaló.
Tres meses después, recibió una citación del Juzgado. La jueza María del Carmen Bacigalupo había visto el amor que la enfermera le tenía a Santiago. “¿Por qué creen que los he citado?”, preguntó la jueza. Marcela no supo que responder. Se quedó en silencio unos segundos y la jueza, ante la falta de respuesta, dijo: “Bueno, porque yo quiero que ustedes sean los padres de Santiago”.
Todos comenzaron a llorar, Marcela, su pareja, la jueza, los asistentes. ¿Cómo lo logró Marcela? “Me dijo en ese momento que había priorizado por sobre todo el contacto que yo tuve con Santiago, independientemente de las evaluaciones y de todo lo que tenía que ver con lo formal”.
Solo los dos
Al año de adoptar a Santiago, Marcela se separó de su pareja, pues él deseaba tener un hijo biológico. Ella, al estar operada por microcalcificaciones, no quería poner en riesgo su vida con tratamientos de fertilidad.
“Yo ya tenía un amor y una responsabilidad mayor, que es Santiago. Sí quisiera adoptar un hermano más adelante para él”, explica.
Pero no considera que estuviesen solos: “En realidad, están mis padres y tenemos una familia acá en el sanatorio que está siempre y que estuvo en los momentos críticos”.
“No estoy arrepentida, en absolutamente ningún sentido, de haberlo elegido a él por sobre todas las cosas. Él es todo para mí y para mis padres. Es un niño fuera de serie, muy cariñoso y sumamente sociable”, dice sobre Santiago, quien acaba de cumplir 10 años.
El Sanatorio Mater Dei recuerda a Marcela y Santiago con mucho cariño. “Marcela y Santiago se amaron desde el principio, y eso es sinónimo de vida. Ella se encargó de alimentarlo, abrigarlo, hablarle y escucharlo. Ella fue su madre desde el primer día”.
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Hace 10 años, la enfermera Marcela Casal Sánchez, del Sanatorio Mater Dei (Buenos Aires, Argentina), fue testigo de cómo una pareja de esposos abandonó a su bebé tras darse cuenta de que había nacido con síndrome de Down.
Marcela y sus compañeros del hospital pensaron que los padres se arrepentirían y cambiarían de opinión, pero no fue así. Tras el nacimiento del pequeño, la madre pidió que retiraran la cuna del cuarto, devolvió el certificado de nacimiento y la pareja se marchó.
En ese tiempo, estuvo en brazos de todos. Nosotros lo traíamos de la terapia. Lo sacábamos. Lo poníamos en la cuna, en el huevito. Se la pasó de brazo en brazo, como yo digo, con todas las tías. También venían de otros servicios a verlo”, recuerda Marcela para Infobae.
Otra situación que les generó molestia y tristeza fue que los padres les decían a sus familiares que el pequeño había fallecido, y también pidieron que se le cambie de nombre porque “Franco era el nombre de un niño sano” y que mejor lo registraran como Santiago.
Marcela decidió adoptarlo
El 27 de diciembre, cuando Marcela llegó al hospital, el pequeño Santiago ya no estaba. Lo derivaron con una familia de tránsito hasta que se defina su adopción.
Por ese motivo, Marcela emprendió todos los trámites para adoptarlo. “Santiago se me metió en el corazón de entrada con todo lo que estaba pasando. Tenía la necesidad de tenerlo todo el tiempo en mis brazos. De que se sintiera acompañado y amado”, señaló.
Tres meses después, recibió una citación del Juzgado. La jueza María del Carmen Bacigalupo había visto el amor que la enfermera le tenía a Santiago. “¿Por qué creen que los he citado?”, preguntó la jueza. Marcela no supo que responder. Se quedó en silencio unos segundos y la jueza, ante la falta de respuesta, dijo: “Bueno, porque yo quiero que ustedes sean los padres de Santiago”.
Todos comenzaron a llorar, Marcela, su pareja, la jueza, los asistentes. ¿Cómo lo logró Marcela? “Me dijo en ese momento que había priorizado por sobre todo el contacto que yo tuve con Santiago, independientemente de las evaluaciones y de todo lo que tenía que ver con lo formal”.
Solo los dos
Al año de adoptar a Santiago, Marcela se separó de su pareja, pues él deseaba tener un hijo biológico. Ella, al estar operada por microcalcificaciones, no quería poner en riesgo su vida con tratamientos de fertilidad.
“Yo ya tenía un amor y una responsabilidad mayor, que es Santiago. Sí quisiera adoptar un hermano más adelante para él”, explica.
Pero no considera que estuviesen solos: “En realidad, están mis padres y tenemos una familia acá en el sanatorio que está siempre y que estuvo en los momentos críticos”.
“No estoy arrepentida, en absolutamente ningún sentido, de haberlo elegido a él por sobre todas las cosas. Él es todo para mí y para mis padres. Es un niño fuera de serie, muy cariñoso y sumamente sociable”, dice sobre Santiago, quien acaba de cumplir 10 años.
El Sanatorio Mater Dei recuerda a Marcela y Santiago con mucho cariño. “Marcela y Santiago se amaron desde el principio, y eso es sinónimo de vida. Ella se encargó de alimentarlo, abrigarlo, hablarle y escucharlo. Ella fue su madre desde el primer día”.
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