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En 2018 ya había 3.600 millones de personas sin acceso suficiente al agua durante al menos un mes, detalló un nuevo informe de la OMM. Foto: EFE
El agua es, a menudo, parte de conflictos. Unas veces provocándolos y otras exacerbándolos, pero también se usa como un arma de guerra, una realidad que está siendo objeto de animado debate esta semana en el Foro Mundial del Agua en Dakar.
David Jackson, director de finanzas de desarrollo local del Fondo de las Naciones Unidas para el Desarrollo del Capital (UNCDF), quien participa estos días en el foro, remarcó un hecho esencial: las fronteras políticas de los países no son respetadas por los recursos naturales.
Por eso, la contaminación, el cambio climático y el agua, sobre todo, generan conflictos, porque los países y sus poblaciones necesitan acceder a esos recursos naturales que tiene el planeta” y que están “repartidos entre los países”, explicó a Efe Jackson.
Según datos de la ONU, las aguas transfronterizas representan el 60% del caudal mundial de agua dulce y son 153 los países cuyo territorio se sitúa en, al menos, una de las 286 cuencas fluviales y lacustres transfronterizas o en uno de los 592 sistemas acuíferos transfronterizos.
Jackson advirtió de que se trata, tanto de un problema de gobernanza, como de escasez del agua.
“Aún no hemos construido los mecanismos de gobernanza que puedan hacer frente a la distribución global de los recursos”, subrayó el director de finanzas del UNCDF.
Los conflictos por el agua
En la actualidad son múltiples los conflictos relacionados con el agua, como sucede con la disputa entre Sudán, Egipto y Etiopía por el Nilo; entre Turquía, Siria e Irak por la cuenca del Éufrates-Tigris o por los caudales de los ríos Helmand y Harirud entre Afganistán e Irán.
Consultado por Efe, el vicepresidente del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Gilles Carbonier, aludió a la situación en la región del Sahel, el lago Chad y el Cuerno de África.
“Lo que vemos aquí es que hay una competencia cada vez más aguda entre pastores y agricultores para tener acceso a los puntos de agua”, explicó Carbonier en la novena edición del Foro Mundial del Agua, que empezó el pasado lunes en Dakar y acaba este viernes.
Para el vicepresidente del CICR, “el agua es muy rara vez el único desencadenante o la única causa de los conflictos”, pero en situaciones de tensiones políticas o de otro tipo “es un factor agravante”.
¿Tercera guerra mundial por el agua?
La escasez de este recurso ha generado en los últimos años la tesis de que la Tercera Guerra Mundial será por el agua, siendo esta evocada incluso por el papa Francisco en 2017 al instar a proteger unidos este “derecho humano básico”.
“Yo diría que la Tercera Guerra Mundial podría ser en torno a los recursos naturales”, opinó Jackson, al advertir el daño irreparable del aumento de las temperaturas, que se traducirá en que grandes partes del planeta se volverán inhabitables, ocasionando el desplazamiento de muchas personas y conflictos.
Por su parte, el vicepresidente del CICR cree que “hay riesgos” de que se desate esa Tercera Guerra Mundial por el Agua.
“Sabemos que la necesidad de agua podría aumentar otro 30% de aquí a 2050. Así que tenemos que encontrar acuerdos, implicarnos mucho más en la cooperación internacional y las asociaciones para reducir el despilfarro y aumentar el acceso al agua, especialmente en los estados o contextos frágiles”, argumentó.
El agua, arma de guerra
Carbonier también aludió a una de las principales preocupaciones del CICR: los ataques que afectan a las infraestructuras del agua e impiden su acceso a las poblaciones.
El pasado lunes, el Comité alertó de la tendencia de la urbanización de la guerra que ha ocasionado que en ciudades como Mariúpol, en Ucrania, la gente no tenga agua corriente y algunas personas estén bebiendo aguanieve o agua de los radiadores.
Pero ya, en 2018, en la guerra de la región prorrusa del Dombás, los bombardeos, los disparos de armas pequeñas y otros disturbios interrumpieron el suministro de agua 89 veces en todo el este de Ucrania, según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA).
El agua, además, puede utilizarse como arma de guerra cuando, por ejemplo, un bando beligerante impide al bando enemigo el acceso a ese recurso o la envenena para que no sea apta para el consumo, según Carbonier.
“Paz azul”
Una de las respuestas a los conflictos del agua que más está tratando el Foro de Dakar son las herramientas para la concertación y el diálogo en relación con las aguas transfronterizas.
Entre ellos, Jackson mencionó la “Blue Peace” (Paz Azul), un mecanismo de financiación lanzado en 2010 por el Gobierno suizo y al que está asociado el UNCDF, por el que los países deben colaborar en torno a los recursos compartidos.
La soberanía no significa construir un muro a tu alrededor. Significa que eres responsable de tu propio entorno y que necesitas trabajar con los que comparten ese entorno”, indicó el responsable del UNCDF.
“La historia, y toco madera, -concluyó Carbonier- nos muestra que durante siglos, los Estados, los reinos y los dirigentes han tratado de encontrar acuerdos de cooperación en lugar de enfrentamientos armados para, precisamente, gestionar las aguas de los grandes ríos y las grandes cuencas fluviales”.
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En 2018 ya había 3.600 millones de personas sin acceso suficiente al agua durante al menos un mes, detalló un nuevo informe de la OMM. Foto: EFE
El agua es, a menudo, parte de conflictos. Unas veces provocándolos y otras exacerbándolos, pero también se usa como un arma de guerra, una realidad que está siendo objeto de animado debate esta semana en el Foro Mundial del Agua en Dakar.
David Jackson, director de finanzas de desarrollo local del Fondo de las Naciones Unidas para el Desarrollo del Capital (UNCDF), quien participa estos días en el foro, remarcó un hecho esencial: las fronteras políticas de los países no son respetadas por los recursos naturales.
Por eso, la contaminación, el cambio climático y el agua, sobre todo, generan conflictos, porque los países y sus poblaciones necesitan acceder a esos recursos naturales que tiene el planeta” y que están “repartidos entre los países”, explicó a Efe Jackson.
Según datos de la ONU, las aguas transfronterizas representan el 60% del caudal mundial de agua dulce y son 153 los países cuyo territorio se sitúa en, al menos, una de las 286 cuencas fluviales y lacustres transfronterizas o en uno de los 592 sistemas acuíferos transfronterizos.
Jackson advirtió de que se trata, tanto de un problema de gobernanza, como de escasez del agua.
“Aún no hemos construido los mecanismos de gobernanza que puedan hacer frente a la distribución global de los recursos”, subrayó el director de finanzas del UNCDF.
Los conflictos por el agua
En la actualidad son múltiples los conflictos relacionados con el agua, como sucede con la disputa entre Sudán, Egipto y Etiopía por el Nilo; entre Turquía, Siria e Irak por la cuenca del Éufrates-Tigris o por los caudales de los ríos Helmand y Harirud entre Afganistán e Irán.
Consultado por Efe, el vicepresidente del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Gilles Carbonier, aludió a la situación en la región del Sahel, el lago Chad y el Cuerno de África.
“Lo que vemos aquí es que hay una competencia cada vez más aguda entre pastores y agricultores para tener acceso a los puntos de agua”, explicó Carbonier en la novena edición del Foro Mundial del Agua, que empezó el pasado lunes en Dakar y acaba este viernes.
Para el vicepresidente del CICR, “el agua es muy rara vez el único desencadenante o la única causa de los conflictos”, pero en situaciones de tensiones políticas o de otro tipo “es un factor agravante”.
¿Tercera guerra mundial por el agua?
La escasez de este recurso ha generado en los últimos años la tesis de que la Tercera Guerra Mundial será por el agua, siendo esta evocada incluso por el papa Francisco en 2017 al instar a proteger unidos este “derecho humano básico”.
“Yo diría que la Tercera Guerra Mundial podría ser en torno a los recursos naturales”, opinó Jackson, al advertir el daño irreparable del aumento de las temperaturas, que se traducirá en que grandes partes del planeta se volverán inhabitables, ocasionando el desplazamiento de muchas personas y conflictos.
Por su parte, el vicepresidente del CICR cree que “hay riesgos” de que se desate esa Tercera Guerra Mundial por el Agua.
“Sabemos que la necesidad de agua podría aumentar otro 30% de aquí a 2050. Así que tenemos que encontrar acuerdos, implicarnos mucho más en la cooperación internacional y las asociaciones para reducir el despilfarro y aumentar el acceso al agua, especialmente en los estados o contextos frágiles”, argumentó.
El agua, arma de guerra
Carbonier también aludió a una de las principales preocupaciones del CICR: los ataques que afectan a las infraestructuras del agua e impiden su acceso a las poblaciones.
El pasado lunes, el Comité alertó de la tendencia de la urbanización de la guerra que ha ocasionado que en ciudades como Mariúpol, en Ucrania, la gente no tenga agua corriente y algunas personas estén bebiendo aguanieve o agua de los radiadores.
Pero ya, en 2018, en la guerra de la región prorrusa del Dombás, los bombardeos, los disparos de armas pequeñas y otros disturbios interrumpieron el suministro de agua 89 veces en todo el este de Ucrania, según la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA).
El agua, además, puede utilizarse como arma de guerra cuando, por ejemplo, un bando beligerante impide al bando enemigo el acceso a ese recurso o la envenena para que no sea apta para el consumo, según Carbonier.
“Paz azul”
Una de las respuestas a los conflictos del agua que más está tratando el Foro de Dakar son las herramientas para la concertación y el diálogo en relación con las aguas transfronterizas.
Entre ellos, Jackson mencionó la “Blue Peace” (Paz Azul), un mecanismo de financiación lanzado en 2010 por el Gobierno suizo y al que está asociado el UNCDF, por el que los países deben colaborar en torno a los recursos compartidos.
La soberanía no significa construir un muro a tu alrededor. Significa que eres responsable de tu propio entorno y que necesitas trabajar con los que comparten ese entorno”, indicó el responsable del UNCDF.
“La historia, y toco madera, -concluyó Carbonier- nos muestra que durante siglos, los Estados, los reinos y los dirigentes han tratado de encontrar acuerdos de cooperación en lugar de enfrentamientos armados para, precisamente, gestionar las aguas de los grandes ríos y las grandes cuencas fluviales”.
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