Se volvió viral en las redes sociales por informar los detalles de la invasión a Ucrania en 6 idiomas. Hoy narra para La República lo trágico de ver la masiva migración de mujeres y niños, así como la fuerza de los milicianos para defenderse del poderío ruso.
Philip Crowther es un periodista nacido en Luxemburgo que vive, desde hace 10 años, en Washington DC, EE. UU.. Sin embargo, su lugar de trabajo es el mundo. En un momento está en Beijing, mientras cubre las Olimpiadas de Invierno; en otro, narrando al mundo la invasión rusa a Ucrania. Lo sorprendente es que lo hace en seis idiomas y con total fluidez, como si fueran sus lenguas nativas.
En exclusiva con La República, el reportero de Associated Press nos cuenta sobre su experiencia en Kiev días antes del inicio de la guerra y a su regreso, cuando las tropas del Kremlin arrasaron con todo lo que encontraban a su paso.
Sus declaraciones son profundas, pues a Crowther le tocó ver a millones de mujeres con bebés en brazos, junto a niños un poco más grandes, huir hacia la frontera de Ucrania con Polonia. Mientras ellos iban por la vía de la salida, al periodista le tocó entrar a ver la realidad de esta guerra con sus propios ojos. Asimismo, pudo comprobar, en primera persona, el coraje con el que los milicianos se adhieren a la batalla para salvar su territorio y hacer retroceder a los rusos, porque en su mente ellos piensan que ganarán esta batalla.
Tú estuviste en Kiev días antes de la invasión rusa. ¿Cómo se vivía esa tensión?
Sí, hubo tensión, pero la experiencia fue bastante extraña porque nosotros vivimos una vida casi normal en Kiev. Habían restaurantes y bares abiertos. Todo el mundo caminando por las calles todos los días. Las tiendas estaba abiertas también. La gente nos decía que pensaban que no iba a pasar nada, que habían tenido la experiencia de Putin que se acercaba a la frontera con sus tropas, pero luego se iba. Tenían la experiencia de tenerlo al lado. Luego de ocho años de guerra en el este del país, se acostumbraron de cierta manera.
EE. UU. ya advertía una invasión. Finalmente, no se equivocó.
La verdad es que EE. UU. y sus servicios de inteligencia salen de todo esto con nuevo respeto internacional, porque casi todo lo que dijeron se volvió realidad. La táctica de EE. UU. fue advertir, casi exactamente, lo que iba a pasar de un día a otro. La táctica fue preparar al mundo a lo que iba a venir, pero el Gobierno ucraniano no se lo creía al 100%, pedía calma constantemente. La población tampoco lo sentía tanto, no hubo mucha gente que se iba en ese momento. Nadie pensó que iba a ser una invasión casi completa.
¿Tampoco el Gobierno de Ucrania se lo esperaba?
Para nada. El Gobierno ucraniano pedía calma porque no quería que la economía fuera afectada por tantas advertencias desde hacía semanas con la presencia de tropas en las fronteras, con casi 100.000 soldados presentes, muy cerca en el límite con Ucrania. A pesar de todo esto, el Gobierno pidió calma y la población en general siguió esos consejos y se mantuvo tranquila.
¿Crees que se equivocó el Gobierno?
Como periodista, no te puedo dar una opinión específica.
¿Luego regresaste?
Sí, pero de manera muy diferente. Para la primera vez yo entré por Kiev, por un aeropuerto normal, abierto. También salí de Kiev de manera totalmente normal y luego tuve que volver por Polonia. Desde hace tres semanas, hay que pasar por la frontera polaca, porque todos los aeropuertos ucranianos están cerrados.
¿Qué sentimientos te causó ver ese mar de gente salir?
Ver solo a mujeres con bebés en brazos y niños huyendo hacia la frontera fue muy triste. Estaban en su país a gusto. Luego, como periodista, te tienes que adaptar muy rápido a una realidad que no te imaginabas. Una guerra en Europa nadie se lo imaginaba y había que adaptarse muy rápido. Es una sensación de tristeza, más que nada.
¿Cuál crees que es el objetivo final de Putin? ¿Por qué no hay un diálogo definitivo?
Porque no se sabe muy bien el objetivo de Putin. Él no lo ha dicho de manera muy clara. A parte de usar unas palabras que no significan mucho como “desnazificación de Ucrania” y “desmilitarización de Ucrania”, no tiene mucho sentido y no se sabe qué significa.
Eso impide a muchos Gobiernos ser los mediadores que el mundo espera, pues no hay uno final.
Es un rol que está libre. Creo que el rol de mediador es solo posible si las dos partes muestran, por lo menos, un poco de interés, en verse las caras, en negociar en persona. Ese interés hay solo del lado de Zelenski, pero del lado de Putin no lo hay.
¿Y cuál crees que es el papel de China en toda esta guerra?
Bueno, el miedo de occidente es que Rusia y China se alíen en esta guerra, incluso con ayuda financiera y militar de China para Rusia. China no ha condenado esta invasión rusa. Eso se ve como un apoyo desde occidente. Al menos, como un apoyo diplomático.
Esto podría cambiar el ajedrez mundial.
Zelenski habla siempre de la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial. Sin embargo, esta solo puede tener lugar si es que los países más importante del mundo toman un lado y otro. El miedo es que China se ponga del lado ruso y que haya dos grandes potencias militares que se apoyen el uno al otro. Ahí no estamos todavía.
¿Qué rutas utilizan los ucranianos para poder abandonar el país y cómo es que se preparan los milicianos para defender la idea de una nación que debe resistir? Esta y otras preguntas en la edición impresa de este martes 22.
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Philip Crowther es un periodista nacido en Luxemburgo que vive, desde hace 10 años, en Washington DC, EE. UU.. Sin embargo, su lugar de trabajo es el mundo. En un momento está en Beijing, mientras cubre las Olimpiadas de Invierno; en otro, narrando al mundo la invasión rusa a Ucrania. Lo sorprendente es que lo hace en seis idiomas y con total fluidez, como si fueran sus lenguas nativas.
En exclusiva con La República, el reportero de Associated Press nos cuenta sobre su experiencia en Kiev días antes del inicio de la guerra y a su regreso, cuando las tropas del Kremlin arrasaron con todo lo que encontraban a su paso.
Sus declaraciones son profundas, pues a Crowther le tocó ver a millones de mujeres con bebés en brazos, junto a niños un poco más grandes, huir hacia la frontera de Ucrania con Polonia. Mientras ellos iban por la vía de la salida, al periodista le tocó entrar a ver la realidad de esta guerra con sus propios ojos. Asimismo, pudo comprobar, en primera persona, el coraje con el que los milicianos se adhieren a la batalla para salvar su territorio y hacer retroceder a los rusos, porque en su mente ellos piensan que ganarán esta batalla.
Tú estuviste en Kiev días antes de la invasión rusa. ¿Cómo se vivía esa tensión?
Sí, hubo tensión, pero la experiencia fue bastante extraña porque nosotros vivimos una vida casi normal en Kiev. Habían restaurantes y bares abiertos. Todo el mundo caminando por las calles todos los días. Las tiendas estaba abiertas también. La gente nos decía que pensaban que no iba a pasar nada, que habían tenido la experiencia de Putin que se acercaba a la frontera con sus tropas, pero luego se iba. Tenían la experiencia de tenerlo al lado. Luego de ocho años de guerra en el este del país, se acostumbraron de cierta manera.
EE. UU. ya advertía una invasión. Finalmente, no se equivocó.
La verdad es que EE. UU. y sus servicios de inteligencia salen de todo esto con nuevo respeto internacional, porque casi todo lo que dijeron se volvió realidad. La táctica de EE. UU. fue advertir, casi exactamente, lo que iba a pasar de un día a otro. La táctica fue preparar al mundo a lo que iba a venir, pero el Gobierno ucraniano no se lo creía al 100%, pedía calma constantemente. La población tampoco lo sentía tanto, no hubo mucha gente que se iba en ese momento. Nadie pensó que iba a ser una invasión casi completa.
¿Tampoco el Gobierno de Ucrania se lo esperaba?
Para nada. El Gobierno ucraniano pedía calma porque no quería que la economía fuera afectada por tantas advertencias desde hacía semanas con la presencia de tropas en las fronteras, con casi 100.000 soldados presentes, muy cerca en el límite con Ucrania. A pesar de todo esto, el Gobierno pidió calma y la población en general siguió esos consejos y se mantuvo tranquila.
¿Crees que se equivocó el Gobierno?
Como periodista, no te puedo dar una opinión específica.
¿Luego regresaste?
Sí, pero de manera muy diferente. Para la primera vez yo entré por Kiev, por un aeropuerto normal, abierto. También salí de Kiev de manera totalmente normal y luego tuve que volver por Polonia. Desde hace tres semanas, hay que pasar por la frontera polaca, porque todos los aeropuertos ucranianos están cerrados.
¿Qué sentimientos te causó ver ese mar de gente salir?
Ver solo a mujeres con bebés en brazos y niños huyendo hacia la frontera fue muy triste. Estaban en su país a gusto. Luego, como periodista, te tienes que adaptar muy rápido a una realidad que no te imaginabas. Una guerra en Europa nadie se lo imaginaba y había que adaptarse muy rápido. Es una sensación de tristeza, más que nada.
¿Cuál crees que es el objetivo final de Putin? ¿Por qué no hay un diálogo definitivo?
Porque no se sabe muy bien el objetivo de Putin. Él no lo ha dicho de manera muy clara. A parte de usar unas palabras que no significan mucho como “desnazificación de Ucrania” y “desmilitarización de Ucrania”, no tiene mucho sentido y no se sabe qué significa.
Eso impide a muchos Gobiernos ser los mediadores que el mundo espera, pues no hay uno final.
Es un rol que está libre. Creo que el rol de mediador es solo posible si las dos partes muestran, por lo menos, un poco de interés, en verse las caras, en negociar en persona. Ese interés hay solo del lado de Zelenski, pero del lado de Putin no lo hay.
¿Y cuál crees que es el papel de China en toda esta guerra?
Bueno, el miedo de occidente es que Rusia y China se alíen en esta guerra, incluso con ayuda financiera y militar de China para Rusia. China no ha condenado esta invasión rusa. Eso se ve como un apoyo desde occidente. Al menos, como un apoyo diplomático.
Esto podría cambiar el ajedrez mundial.
Zelenski habla siempre de la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial. Sin embargo, esta solo puede tener lugar si es que los países más importante del mundo toman un lado y otro. El miedo es que China se ponga del lado ruso y que haya dos grandes potencias militares que se apoyen el uno al otro. Ahí no estamos todavía.
¿Qué rutas utilizan los ucranianos para poder abandonar el país y cómo es que se preparan los milicianos para defender la idea de una nación que debe resistir? Esta y otras preguntas en la edición impresa de este martes 22.
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