Al alguna gente le encanta jugar con fuego y si un romance en la oficina les parece algo tentador, se “tiran de pecho” sin pensar en las consecuencias.
Pero, de todas las razones para que a uno le llamen la atención en el trabajo, ser amonestado o hasta despedido por haber tenido un romance en la oficina podría ser una de las lacras más perjudiciales en un resumé. Después de todo, la mayoría de las empresas prohíbe las relaciones amorosas entre compañeros de trabajo porque se prestan a que los problemas entre la pareja interfieran con el desempeño de sus funciones.
Y eso, sin mencionar que, en el caso de las personas casadas, existe un riesgo de escándalo porque, de enterarse los cónyuges engañados, uno nunca sabe cómo van a reaccionar.
Por si fuera poco, más allá de que los despidan, quienes sostienen una relación íntima en la oficina -ya bien sea amorosa o puramente sexual- se exponen a que sus respectivas reputaciones queden manchadas permanentemente, sobre todo si se trata de personas previamente comprometidas (casadas, con novio o novia) o cuando de los “presuntos implicados”, uno es jefe y el otro un subalterno.
En el caso de los primeros, las mujeres son las que suelen salir más perjudicadas, pues mientras en nuestra sociedad a un hombre se le llamará mujeriego -a lo mejor hasta con un poco de envidia por parte de sus congéneres-, de ella dirán que es una... bueno, ya saben. Y cuando se trata de los segundos, por muy buen empleado que sea el subalterno, cualquier distinción, elogio o promoción que reciba será vista como un “pago por sus favores” y no como un reconocimiento a sus méritos.
Entonces, si sabemos que quienes salen con compañeros de trabajo automáticamente confrontan un sinfín de probabilidades de “caer en la página de Cheo”, ¿por qué tantos sucumben a la tentación?
Juntos... y revueltos
De acuerdo con la Dra. Alicia Fernández, experta en sexualidad humana, las largas jornadas de trabajo -a veces, de hasta 12 horas diarias, cinco días a la semana-, sumadas a la profusión de mujeres y hombres cada vez más jóvenes en el entorno laboral son, en parte, responsables del aumento en los idilios de oficina. “Pasan tanto tiempo compartiendo”, reflexionó Fernández, “y tienen tantas cosas en común, que la química va aumentando” hasta que se enamoran.
De otra parte, la juventud y la inexperiencia, con frecuencia, son malas consejeras y quien no ha vivido o no ha sido testigo de los estragos que puede ocasionar un romance en la oficina, suele caer en la trampa de un amor que parece fácil, pero que, casi siempre, es supercomplicado.
A sabiendas
Bien dicen que “en guerra avisada no muere gente”. Por tanto, si al ingresar en una compañía te advierten de su política de no tolerancia hacia los romances en el entorno laboral y aun así persistes en establecer este tipo de relación, sería muy poco lo que podrías hacer en caso de que te amonestaran o te quedaras cesante.
En cambio, si la empresa no especifica nada al respecto, puedes estar seguro de que, de surgir un idilio en el trabajo, van a contar con que “la relación no trascienda el espacio de tu vida privada para invadir el trabajo. Primero, porque se afecta el rendimiento de los empleados”, ya bien sea porque los enamorados “se la pasan pendientes el uno del otro”, buscando cualquier oportunidad “para pasarse por el lado, mirarse” o hasta tocarse.
En segundo término, “si son casados, a los demás compañeros les va a provocar apuros y dificultades cuando éstos se encuentren cerca del cón- yuge engañado”. Esto, como es natural, puede provocar serios resentimientos.
Se delatan
Por más que traten de ocultarlo, tarde o temprano los romances en el trabajo se dan a conocer. De hecho, el mismo temor que tienen los involucrados de ser descubiertos “hace que ellos mismos, sin quererlo, se delaten, haciéndosele más difícil ocultar su relación”.
Más aún, al no atreverse a divulgar su enamoramiento -ya bien sea porque la compañía los sancionaría, porque uno de los dos es casado o porque uno es jefe del otro-, los primeros que suelen hablar del romance son los compañeros de trabajo. Y éstos, con frecuencia, como están especulando porque no saben nada de seguro, quitan o añaden, agrandan o alteran la información, lo que agrava la situación.
Recomendación básica
Alicia Fernández aconsejó que la mejor medida que puede tomar quien esté considerando un idilio en la oficina es, primero que nada, “resistir la tentación”. Pero, si eso falla, que, al menos, respeten las fronteras de “los distintos ámbitos. No confundan el laboral con el social. Para no tener problemas, lo mejor es no mezclar el uno con el otro. Lo más importante es la discreción”, acotó enfática.
Consejos adicionales
Encima de todo lo complicado que puede resultar, un idilio en la oficina puede:
- tener serias complicaciones legales. Por ejemplo, cuando el romance es entre un jefe y un subalterno, y por cualquier razón la relación termina, el despechado puede acusar al otro de hostigamiento sexual y reclamar que de un modo u otro le coaccionó para que se dejara seducir.
- terminar en una grave decepción, como cuando uno de los dos es casado y le dice al otro que no tiene relaciones maritales con su pareja, pero, de repente, ¡la esposa sale embarazada! Este tipo de engaño es bien doloroso.
- dar paso a sentimientos de desconfianza y, a largo plazo, arruinar la relación futura, en caso de que ésta continuara. Por ejemplo, si más adelante trabajan por separado, uno de los dos puede decir: “Si te atreviste a tener un romance conmigo en la oficina, ¿cómo sé que no harás lo mismo otra vez ahora que estás trabajando por otro lado?”.
Cuando se trata de personas del mismo sexo
Respecto a esto, la Dra. Alicia Fernández advirtió: “Los jefes deben tener mucho cuidado con su política pública, pues no se debe discriminar en lo que a preferencias sexuales se refiere” dentro del entorno laboral.
Más aún, la experta expresó que “muchas parejas homosexuales son muy recatadas”. En cualqueir caso, tienen los mismos derechos y obligaciones que los heterosexuales. “No se puede discriminar”, reiteró.
Las estadísticas
40%
Según un estudio del 2005 del Career Journal (una publicación del Wall Street Journal) éste es el porciento de personas que afirmaban haber tenido un idilio en la oficina en algún momento de su carrera
19%
Según el mismo estudio, porciento de personas que aseguraban haber tenido sexo en la oficina en lugares tan insólitos como el despacho del jefe
1 entre 10 y 1 entre 8
De acuerdo con un sondeo llevado a cabo por la compañía Roper-Starch, las primeras cifras representan a las personas que admiten haber hecho el amor en la oficina; las segundas son las que admiten haber sorprendido a otros haciendo el amor en la oficina
Pero, de todas las razones para que a uno le llamen la atención en el trabajo, ser amonestado o hasta despedido por haber tenido un romance en la oficina podría ser una de las lacras más perjudiciales en un resumé. Después de todo, la mayoría de las empresas prohíbe las relaciones amorosas entre compañeros de trabajo porque se prestan a que los problemas entre la pareja interfieran con el desempeño de sus funciones.
Y eso, sin mencionar que, en el caso de las personas casadas, existe un riesgo de escándalo porque, de enterarse los cónyuges engañados, uno nunca sabe cómo van a reaccionar.
Por si fuera poco, más allá de que los despidan, quienes sostienen una relación íntima en la oficina -ya bien sea amorosa o puramente sexual- se exponen a que sus respectivas reputaciones queden manchadas permanentemente, sobre todo si se trata de personas previamente comprometidas (casadas, con novio o novia) o cuando de los “presuntos implicados”, uno es jefe y el otro un subalterno.
En el caso de los primeros, las mujeres son las que suelen salir más perjudicadas, pues mientras en nuestra sociedad a un hombre se le llamará mujeriego -a lo mejor hasta con un poco de envidia por parte de sus congéneres-, de ella dirán que es una... bueno, ya saben. Y cuando se trata de los segundos, por muy buen empleado que sea el subalterno, cualquier distinción, elogio o promoción que reciba será vista como un “pago por sus favores” y no como un reconocimiento a sus méritos.
Entonces, si sabemos que quienes salen con compañeros de trabajo automáticamente confrontan un sinfín de probabilidades de “caer en la página de Cheo”, ¿por qué tantos sucumben a la tentación?
Juntos... y revueltos
De acuerdo con la Dra. Alicia Fernández, experta en sexualidad humana, las largas jornadas de trabajo -a veces, de hasta 12 horas diarias, cinco días a la semana-, sumadas a la profusión de mujeres y hombres cada vez más jóvenes en el entorno laboral son, en parte, responsables del aumento en los idilios de oficina. “Pasan tanto tiempo compartiendo”, reflexionó Fernández, “y tienen tantas cosas en común, que la química va aumentando” hasta que se enamoran.
De otra parte, la juventud y la inexperiencia, con frecuencia, son malas consejeras y quien no ha vivido o no ha sido testigo de los estragos que puede ocasionar un romance en la oficina, suele caer en la trampa de un amor que parece fácil, pero que, casi siempre, es supercomplicado.
A sabiendas
Bien dicen que “en guerra avisada no muere gente”. Por tanto, si al ingresar en una compañía te advierten de su política de no tolerancia hacia los romances en el entorno laboral y aun así persistes en establecer este tipo de relación, sería muy poco lo que podrías hacer en caso de que te amonestaran o te quedaras cesante.
En cambio, si la empresa no especifica nada al respecto, puedes estar seguro de que, de surgir un idilio en el trabajo, van a contar con que “la relación no trascienda el espacio de tu vida privada para invadir el trabajo. Primero, porque se afecta el rendimiento de los empleados”, ya bien sea porque los enamorados “se la pasan pendientes el uno del otro”, buscando cualquier oportunidad “para pasarse por el lado, mirarse” o hasta tocarse.
En segundo término, “si son casados, a los demás compañeros les va a provocar apuros y dificultades cuando éstos se encuentren cerca del cón- yuge engañado”. Esto, como es natural, puede provocar serios resentimientos.
Se delatan
Por más que traten de ocultarlo, tarde o temprano los romances en el trabajo se dan a conocer. De hecho, el mismo temor que tienen los involucrados de ser descubiertos “hace que ellos mismos, sin quererlo, se delaten, haciéndosele más difícil ocultar su relación”.
Más aún, al no atreverse a divulgar su enamoramiento -ya bien sea porque la compañía los sancionaría, porque uno de los dos es casado o porque uno es jefe del otro-, los primeros que suelen hablar del romance son los compañeros de trabajo. Y éstos, con frecuencia, como están especulando porque no saben nada de seguro, quitan o añaden, agrandan o alteran la información, lo que agrava la situación.
Recomendación básica
Alicia Fernández aconsejó que la mejor medida que puede tomar quien esté considerando un idilio en la oficina es, primero que nada, “resistir la tentación”. Pero, si eso falla, que, al menos, respeten las fronteras de “los distintos ámbitos. No confundan el laboral con el social. Para no tener problemas, lo mejor es no mezclar el uno con el otro. Lo más importante es la discreción”, acotó enfática.
Consejos adicionales
Encima de todo lo complicado que puede resultar, un idilio en la oficina puede:
- tener serias complicaciones legales. Por ejemplo, cuando el romance es entre un jefe y un subalterno, y por cualquier razón la relación termina, el despechado puede acusar al otro de hostigamiento sexual y reclamar que de un modo u otro le coaccionó para que se dejara seducir.
- terminar en una grave decepción, como cuando uno de los dos es casado y le dice al otro que no tiene relaciones maritales con su pareja, pero, de repente, ¡la esposa sale embarazada! Este tipo de engaño es bien doloroso.
- dar paso a sentimientos de desconfianza y, a largo plazo, arruinar la relación futura, en caso de que ésta continuara. Por ejemplo, si más adelante trabajan por separado, uno de los dos puede decir: “Si te atreviste a tener un romance conmigo en la oficina, ¿cómo sé que no harás lo mismo otra vez ahora que estás trabajando por otro lado?”.
Cuando se trata de personas del mismo sexo
Respecto a esto, la Dra. Alicia Fernández advirtió: “Los jefes deben tener mucho cuidado con su política pública, pues no se debe discriminar en lo que a preferencias sexuales se refiere” dentro del entorno laboral.
Más aún, la experta expresó que “muchas parejas homosexuales son muy recatadas”. En cualqueir caso, tienen los mismos derechos y obligaciones que los heterosexuales. “No se puede discriminar”, reiteró.
Las estadísticas
40%
Según un estudio del 2005 del Career Journal (una publicación del Wall Street Journal) éste es el porciento de personas que afirmaban haber tenido un idilio en la oficina en algún momento de su carrera
19%
Según el mismo estudio, porciento de personas que aseguraban haber tenido sexo en la oficina en lugares tan insólitos como el despacho del jefe
1 entre 10 y 1 entre 8
De acuerdo con un sondeo llevado a cabo por la compañía Roper-Starch, las primeras cifras representan a las personas que admiten haber hecho el amor en la oficina; las segundas son las que admiten haber sorprendido a otros haciendo el amor en la oficina