“Todo se movía, no sabía si era real lo que estaba viviendo, no entendía claramente lo que estaba sucediendo. Hasta que se concretó uno de mis mayores miedos, ya no había dudas, mi pareja me era infiel. Tal vez no me di cuenta; o tal vez si no pensaba en eso, de alguna manera mágica iba a desaparecer. La infidelidad se siente en cada músculo y en cada hueso, se siente en cada lágrima y en cada impulso de coraje, el mundo parece deshacerse frente a tus ojos, y sientes que te quitaron la alfombra de seguridad que tenías bajo tus pies”. Quizás se siente más difícil que esta descripción que un día escuché.
Pienso que no importa si una infidelidad es en una amistad o en un matrimonio, la sensación que evoca debe ser la misma, engaño. Aún no he conocido a alguien que no haya pasado por una infidelidad y no haya decidido hacer ajustes en su manera de ver la vida. No me quedan dudas de que este evento cambia la vida para siempre. Sólo que tú decides hacia cuál lado se inclina la balanza: ruina o reinvención.
Si bien es cierto que un engaño es difícil, pues trastoca cada fibra de una relación interpersonal, también es muy cierto que de esta experiencia tan dolorosa puede surgir mucho crecimiento emocional e interpersonal. Tras una infidelidad puedes reflexionar sobre la forma en la cual te relacionas con otros, con cuál tipo de personas te relacionas y cuánto logras invertir en tus relaciones. La tentación de asumir una postura de víctima es muy grande, pero ¿cuánto de que esta relación no haya funcionado tiene que ver con tus patrones interpersonales? No me refiero a que fallaste en algo y por eso te mereces lo que te sucedió, al contrario. En ocasiones, pensamos que hay que entregarse en alma y cuerpo a una relación para que sobreviva, sacrificando nuestras necesidades y deseos, complaciendo sin condiciones y permitiendo que nuestras razones sean anuladas. Es aquí donde nuestros patrones interpersonales deben ser analizados y modificados.
Después de una infidelidad puedes empezar de nuevo. Sin embargo, toma tiempo para recapitular lo que fue la relación, cuáles aspectos debes repetir, cuáles modificar y cuáles desechar. Piensa cuáles son tus metas, cuánto quieres ceder, cuáles necesidades puedes sacrificar y cuáles no son negociables, qué quieres de la relación y cómo vas a llegar hacia lo que quieres. Una vez seas capaz de contestar estas y otras preguntas, entonces estarás disponible para intentarlo una vez más.
Cada relación que triunfe o fracase te enseñará una lección de vida que te hará más fuerte si vas con una visión positiva. ¿Aceptas el reto matricularte en la clase y aprendes o te conviertes en desertor y te aíslas? Tú decides.
Pienso que no importa si una infidelidad es en una amistad o en un matrimonio, la sensación que evoca debe ser la misma, engaño. Aún no he conocido a alguien que no haya pasado por una infidelidad y no haya decidido hacer ajustes en su manera de ver la vida. No me quedan dudas de que este evento cambia la vida para siempre. Sólo que tú decides hacia cuál lado se inclina la balanza: ruina o reinvención.
Si bien es cierto que un engaño es difícil, pues trastoca cada fibra de una relación interpersonal, también es muy cierto que de esta experiencia tan dolorosa puede surgir mucho crecimiento emocional e interpersonal. Tras una infidelidad puedes reflexionar sobre la forma en la cual te relacionas con otros, con cuál tipo de personas te relacionas y cuánto logras invertir en tus relaciones. La tentación de asumir una postura de víctima es muy grande, pero ¿cuánto de que esta relación no haya funcionado tiene que ver con tus patrones interpersonales? No me refiero a que fallaste en algo y por eso te mereces lo que te sucedió, al contrario. En ocasiones, pensamos que hay que entregarse en alma y cuerpo a una relación para que sobreviva, sacrificando nuestras necesidades y deseos, complaciendo sin condiciones y permitiendo que nuestras razones sean anuladas. Es aquí donde nuestros patrones interpersonales deben ser analizados y modificados.
Después de una infidelidad puedes empezar de nuevo. Sin embargo, toma tiempo para recapitular lo que fue la relación, cuáles aspectos debes repetir, cuáles modificar y cuáles desechar. Piensa cuáles son tus metas, cuánto quieres ceder, cuáles necesidades puedes sacrificar y cuáles no son negociables, qué quieres de la relación y cómo vas a llegar hacia lo que quieres. Una vez seas capaz de contestar estas y otras preguntas, entonces estarás disponible para intentarlo una vez más.
Cada relación que triunfe o fracase te enseñará una lección de vida que te hará más fuerte si vas con una visión positiva. ¿Aceptas el reto matricularte en la clase y aprendes o te conviertes en desertor y te aíslas? Tú decides.