Miles de personas se manifestaron el sábado en Madrid en contra de la ley del Gobierno que pretende limitar el aborto y que ha causado unas divergencias inusualmente públicas en el Partido Popular en el poder en España.
Los asistentes, llegados de todo el país en el llamado Tren de la Libertad, acudieron a la mayor manifestación hasta ahora contra la ley, que aún tiene que tramitarse en el Congreso y que restringe el aborto a los casos de violación o de peligro grave para la salud de la madre.
Hace cuatro años, España se igualó a la mayor parte de los países europeos cuando el entonces Gobierno socialista legalizó el aborto sin restricciones durante las primeras 14 semanas de embarazo en la llamada "ley de plazos".
"Esto es un paso atrás, hemos retrocedido 30 años", dijo Pilar Abad, de 58 años, y que llegó a Madrid en tren desde Asturias uniéndose a una marea de color predominantemente morado que fue de la estación de Atocha al Congreso de los Diputados.
"Tenemos ilusión en que esto se cambie en el trámite parlamentario, por eso estamos aquí", agregó.
El Gobierno del presidente Mariano Rajoy aprobó el proyecto de ley en diciembre, en una decisión que se considera iba dirigida principalmente a calmar al descontento sector derechista del partido.
Rajoy ha dicho que está abierto a modificaciones, pero en el PP han surgido voces críticas que dicen que no forjó el suficiente consenso en el partido y que la reforma es rechazada por la opinión pública. Los sondeos muestran que el 80 por ciento de los españoles, incluyendo católicos practicantes, apoyan la ley de plazos.
DIVERGENCIAS EN EL PP
Mientras España sale de una recesión que ha durado años, a Rajoy le está costando vender las buenas noticias económicas ante el rechazo que ha provocado la reforma de la interrupción voluntaria del embarazo.
La primera encuesta tras la aprobación de la ley por parte del Gobierno mostró un descenso en el apoyo al PP y un ascenso de los socialistas, que han prometido luchar contra el proyecto legal. Sin embargo, el PP tiene una mayoría absoluta en el Parlamento, por lo que no le hace falta el apoyo de otras formaciones.
"Un partido político tiene la obligación de pensar no el voto pero sí en lo que piensa sus votantes. Los votantes también han hablado por las encuestas", dijo esta semana la exministra del PP y vicepresidenta del Congreso Celia Villalobos, defensora de la ley de plazos.
El ala más conservadora del PP se ha mostrado en contra de políticas de Rajoy como las subidas de impuestos para rebajar el déficit público y la liberación de presos de ETA por orden del Tribunal de Estrasburgo.
Pero la reforma del aborto no ha aplacado a los más conservadores y ha airado a los moderados. En un país en el que la disciplina en los partidos es muy fuerte, un número poco habitual de diputados del partido e incluso presidentes de comunidades autónomas del PP se han mostrado en contra de los cambios.
Al mismo tiempo, tampoco ha evitado que una facción derechista descontenta formara hace dos semanas un nuevo partido llamado Vox con antiguos dirigentes del PP.
En la Convención Nacional del PP celebrada el fin de semana en Valladolid, el aborto apenas se mencionó y el factor común en los discursos de los líderes del partido fue el llamamiento a la unidad.
El sábado, los ponentes se centraron en la incipiente recuperación económica, los retos que plantea la tasa de paro más elevada de Europa y la amenaza que supone el creciente movimiento separatista en Cataluña.
La nota principal fue la ausencia del presidente de honor del PP y expresidente del Gobierno José María Aznar, convertido en ideólogo conservador y que ha criticado a Rajoy, antiguo protegido suyo.
Aznar ha dicho que no podía acudir por un viaje al extranjero. EFE
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Los asistentes, llegados de todo el país en el llamado Tren de la Libertad, acudieron a la mayor manifestación hasta ahora contra la ley, que aún tiene que tramitarse en el Congreso y que restringe el aborto a los casos de violación o de peligro grave para la salud de la madre.
Hace cuatro años, España se igualó a la mayor parte de los países europeos cuando el entonces Gobierno socialista legalizó el aborto sin restricciones durante las primeras 14 semanas de embarazo en la llamada "ley de plazos".
"Esto es un paso atrás, hemos retrocedido 30 años", dijo Pilar Abad, de 58 años, y que llegó a Madrid en tren desde Asturias uniéndose a una marea de color predominantemente morado que fue de la estación de Atocha al Congreso de los Diputados.
"Tenemos ilusión en que esto se cambie en el trámite parlamentario, por eso estamos aquí", agregó.
El Gobierno del presidente Mariano Rajoy aprobó el proyecto de ley en diciembre, en una decisión que se considera iba dirigida principalmente a calmar al descontento sector derechista del partido.
Rajoy ha dicho que está abierto a modificaciones, pero en el PP han surgido voces críticas que dicen que no forjó el suficiente consenso en el partido y que la reforma es rechazada por la opinión pública. Los sondeos muestran que el 80 por ciento de los españoles, incluyendo católicos practicantes, apoyan la ley de plazos.
DIVERGENCIAS EN EL PP
Mientras España sale de una recesión que ha durado años, a Rajoy le está costando vender las buenas noticias económicas ante el rechazo que ha provocado la reforma de la interrupción voluntaria del embarazo.
La primera encuesta tras la aprobación de la ley por parte del Gobierno mostró un descenso en el apoyo al PP y un ascenso de los socialistas, que han prometido luchar contra el proyecto legal. Sin embargo, el PP tiene una mayoría absoluta en el Parlamento, por lo que no le hace falta el apoyo de otras formaciones.
"Un partido político tiene la obligación de pensar no el voto pero sí en lo que piensa sus votantes. Los votantes también han hablado por las encuestas", dijo esta semana la exministra del PP y vicepresidenta del Congreso Celia Villalobos, defensora de la ley de plazos.
El ala más conservadora del PP se ha mostrado en contra de políticas de Rajoy como las subidas de impuestos para rebajar el déficit público y la liberación de presos de ETA por orden del Tribunal de Estrasburgo.
Pero la reforma del aborto no ha aplacado a los más conservadores y ha airado a los moderados. En un país en el que la disciplina en los partidos es muy fuerte, un número poco habitual de diputados del partido e incluso presidentes de comunidades autónomas del PP se han mostrado en contra de los cambios.
Al mismo tiempo, tampoco ha evitado que una facción derechista descontenta formara hace dos semanas un nuevo partido llamado Vox con antiguos dirigentes del PP.
En la Convención Nacional del PP celebrada el fin de semana en Valladolid, el aborto apenas se mencionó y el factor común en los discursos de los líderes del partido fue el llamamiento a la unidad.
El sábado, los ponentes se centraron en la incipiente recuperación económica, los retos que plantea la tasa de paro más elevada de Europa y la amenaza que supone el creciente movimiento separatista en Cataluña.
La nota principal fue la ausencia del presidente de honor del PP y expresidente del Gobierno José María Aznar, convertido en ideólogo conservador y que ha criticado a Rajoy, antiguo protegido suyo.
Aznar ha dicho que no podía acudir por un viaje al extranjero. EFE
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