WASHINGTON - Los nuevos estimados sobre el déficit fiscal federal, que alcanzaría este año los $1.5 billones, avivan las discusiones en el Congreso sobre cómo reducir gastos y pueden colocar las negociaciones claves en el Senado.
En momentos en que se aproxima la tensión entre demócratas y republicanos en torno al presupuesto de gastos para el año fiscal 2011-2012, el cual el presidente Barack Obama divulgará en poco más de dos semanas, la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO) ofreció un nuevo cálculo sobre el déficit, tras los acuerdos fiscales de diciembre.
El análisis del CBO, una oficina no partidista, indica que el déficit –unos $200,000 millones más que en 2010- representaría el 9.8% de la economía estadounidense, uno de los porcentajes más altos de los últimos 70 años.
La cifra anunciada por el CBO toma en cuenta los acuerdos fiscales de diciembre, por medio de los cuales el Gobierno renovó temporalmente los alivios tributarios de la era de George W. Bush.
Obama ha propuesto congelar los gastos presupuestarios no discrecionales, excepto los destinados a la seguridad nacional, con el propósito de comenzar a buscar una reducción en el déficit, pero sin desincentivar la recuperación económica.
En ese sentido, su receta incluirá reacomodar asignaciones para que haya un énfasis en áreas de innovación, infraestructura y educación.
Los republicanos de la Cámara baja han respondido con un plan para recortar el presupuesto en hasta un 20%, bajándolo al nivel de 2008.
En su discurso sobre el estado de la Unión, Obama hizo claro que las recomendaciones más importantes de una comisión fiscal independiente, como qué hacer a largo plazo para reducir los gastos federales en el Seguro Social, Medicare y Medicaid, dependerán de iniciativas bipartidistas.
El Senado, donde se manifiesta mejor la división de poder entre los dos grandes partidos estadounidenses, puede servir de mediador al debate entre la Casa Blanca y la mayoría republicana de la Cámara baja. “Si no va a haber alguna cumbre o acuerdo, puede tocarnos a nosotros esta responsabilidad”, dijo el presidente del Comité de Presupuesto del Senado, Kent Conrad (Dakota del Norte), quien se retira en 2012.
Un grupo de senadores, en ese sentido, ha propuesto examinar desde el punto de vista bipartidista las recomendaciones de la comisión fiscal.
“Son recomendaciones muy buenas”, dijo el portavoz adjunto de la mayoría demócrata del Senado, Richard Durbin (Illinois), al indicar que también harán esfuerzos para encontrar un acuerdo bipartidista sobre el presupuesto 2011-2012.
La nueva mayoría de 242 a 193 permite a los republicanos de la Cámara baja aprobar sus propias ideas en torno a la política pública estadounidense.
El Senado, sin embargo, continuará durante los próximos dos años en manos demócratas, aunque sólo con una ligera ventaja de 53-47, normalmente insuficiente para superar los requisitos de la supermayoría de 60 votos que se requieren para poder llevar a votación final un proyecto de ley.
Como telón de fondo, el Congreso tiene también el debate sobre la petición que hará la Casa Blanca para elevar ligeramente el tope de la deuda pública, que ahora por ley no debe superar los $14.3 billones. También qué hacer con los estados que se enfrentan a una crisis tan dura que tiene a algunos pensando en la bancarrota.
En ambos casos la respuesta republicana en la Cámara baja ha sido apretar el freno. “El pueblo no va a tolerar un aumento (en la deuda pública)”, dijo el "speaker" John Boehner (Ohio), a menos que sea acompañado por “recortes y reformas en la forma en que se asignan los fondos públicos”
En momentos en que se aproxima la tensión entre demócratas y republicanos en torno al presupuesto de gastos para el año fiscal 2011-2012, el cual el presidente Barack Obama divulgará en poco más de dos semanas, la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO) ofreció un nuevo cálculo sobre el déficit, tras los acuerdos fiscales de diciembre.
El análisis del CBO, una oficina no partidista, indica que el déficit –unos $200,000 millones más que en 2010- representaría el 9.8% de la economía estadounidense, uno de los porcentajes más altos de los últimos 70 años.
La cifra anunciada por el CBO toma en cuenta los acuerdos fiscales de diciembre, por medio de los cuales el Gobierno renovó temporalmente los alivios tributarios de la era de George W. Bush.
Obama ha propuesto congelar los gastos presupuestarios no discrecionales, excepto los destinados a la seguridad nacional, con el propósito de comenzar a buscar una reducción en el déficit, pero sin desincentivar la recuperación económica.
En ese sentido, su receta incluirá reacomodar asignaciones para que haya un énfasis en áreas de innovación, infraestructura y educación.
Los republicanos de la Cámara baja han respondido con un plan para recortar el presupuesto en hasta un 20%, bajándolo al nivel de 2008.
En su discurso sobre el estado de la Unión, Obama hizo claro que las recomendaciones más importantes de una comisión fiscal independiente, como qué hacer a largo plazo para reducir los gastos federales en el Seguro Social, Medicare y Medicaid, dependerán de iniciativas bipartidistas.
El Senado, donde se manifiesta mejor la división de poder entre los dos grandes partidos estadounidenses, puede servir de mediador al debate entre la Casa Blanca y la mayoría republicana de la Cámara baja. “Si no va a haber alguna cumbre o acuerdo, puede tocarnos a nosotros esta responsabilidad”, dijo el presidente del Comité de Presupuesto del Senado, Kent Conrad (Dakota del Norte), quien se retira en 2012.
Un grupo de senadores, en ese sentido, ha propuesto examinar desde el punto de vista bipartidista las recomendaciones de la comisión fiscal.
“Son recomendaciones muy buenas”, dijo el portavoz adjunto de la mayoría demócrata del Senado, Richard Durbin (Illinois), al indicar que también harán esfuerzos para encontrar un acuerdo bipartidista sobre el presupuesto 2011-2012.
La nueva mayoría de 242 a 193 permite a los republicanos de la Cámara baja aprobar sus propias ideas en torno a la política pública estadounidense.
El Senado, sin embargo, continuará durante los próximos dos años en manos demócratas, aunque sólo con una ligera ventaja de 53-47, normalmente insuficiente para superar los requisitos de la supermayoría de 60 votos que se requieren para poder llevar a votación final un proyecto de ley.
Como telón de fondo, el Congreso tiene también el debate sobre la petición que hará la Casa Blanca para elevar ligeramente el tope de la deuda pública, que ahora por ley no debe superar los $14.3 billones. También qué hacer con los estados que se enfrentan a una crisis tan dura que tiene a algunos pensando en la bancarrota.
En ambos casos la respuesta republicana en la Cámara baja ha sido apretar el freno. “El pueblo no va a tolerar un aumento (en la deuda pública)”, dijo el "speaker" John Boehner (Ohio), a menos que sea acompañado por “recortes y reformas en la forma en que se asignan los fondos públicos”